Son de mar, de Manuel Vicent

Por Soraya Murillo.

Una calurosa mañana de agosto, en un pueblo costero del Mediterráneo, mientras el sol no tiene piedad de los bañistas, un oleaje suave arrastra los cuerpos de un hombre y una mujer hasta dos calas diferentes.

Él, vestido de esmoquin, con zapatos de charol; ella con un hermoso vestido de Chanel y sin zapatos.

Al ahogado lo identifican como ciudadano griego por su pasaporte; ella no necesita documentación. Es Martina, la mujer de un millonario de la zona.

Pero el misterio comienza cuando un amigo del hombre muerto dice reconocerlo. No es por lo visto quien dice el pasaporte. Con estas dos muertes comenzará todo.

Leeremos una hermosa historia de amor. Sabremos cómo llegó ese joven Ulises, profesor de literatura griega y latín, un amante de la mitología, un soñador de héroes y de mundos más allá de las columnas de Hércules. Conoceremos a Martina, que quedará cautivada por todas las historias que le cuenta ese profesor en las tardes cálidas de verano, aromatizadas por el azahar.

Así, entre leyendas, héroes y navegantes, visitando un valle donde experimentarán el placer de sus cuerpos, sabrán de una misteriosa colonia de leprosos que viven todavía apartados del mundo. Amaneceres de diferentes tonalidades, rojos, violetas, brisas que envolverán sus cuerpos de salitre marino; llegará la desgracia, la tragedia

Diez años más tarde, dos cuerpos aparecerán, porque como bien dicen los pescadores de la zona, el mar no quiere a los hombres y los devuelve. Todos reconocen al ahogado, salvo por sus ojos, negros antes y ahora azules como el océano. ¿Puede el mar volver azules unos ojos por tenerlo en su interior tanto tiempo? Tal vez todo tenga una explicación más sencilla… Pero eso deberéis averiguarlo leyendo la historia.

Dejaos llevar por el olor salobre del mar, intentad escuchar el rumor de las olas, entended qué es el amor verdadero y quién sabe si lograreis descubrir la verdad…

Manuel Vicent es un escritor de ojos azules como el mar, tiene aspecto marinero. Es fácil imaginárselo sentado en una barca pescando. Él no debe inventar nada, conoce el mar como la palma de su mano, narra tal y como lo ve, lo siente, lo vive.

Una prosa casi poética os acompañará en toda la lectura. Sabremos en las primeras páginas de la tragedia de los protagonistas, pero su escritura es tan bella y fluida que simplemente nos dejaremos llevar como náufragos para saber qué misterio esconde su final.

https://www.megustaleer.com/libros/son-de-mar-premio-alfaguara-de-novela-1999/MES-063753

 

 

CINE: COCO, UNA MIRADA AL MÁS ALLÁ.

Por Fernando Codina.

Si nos fijamos solamente en su argumento, COCO, la última película de la Pixar, presentada con el amparo de Disney, es una película de miedo. Mejor dicho, de TERROR.

El argumento no puede ser más sencillo: un niño, nacido en una familia en la que la música está prohibida, sueña con ser el Mariachi más importante de todos los tiempos. Para conseguirlo, no duda en robar una guitarra en un mausoleo, la noche previa al día de los muertos, que le permita presentarse al concurso de talentos. Pero al empuñar el instrumento, es trasladado al Mundo de los Muertos. Y tiene solamente una noche para lograr regresar al suyo, con la bendición de sus familiares difuntos, si no quiere morir y permanecer para siempre encerrado en el Más Allá. ¿A que da mucho miedo?

Para nuestro talante occidental, en una sociedad en la que la muerte ser convierte cada día más en una enemiga, en algo molesto, y que da mucho miedo, es una perspectiva aterradora. Pero es que esta película precisamente no está pensada para los WASP, es decir, los blancos protestantes angloamericanos.

No. Está pensada para otro tipo de sociedad, en la que la muerte se convierte en parte de la vida, y en donde se celebra con toda normalidad el Día de los Muertos cada primero de Noviembre. Es decir, cualquier persona latinoamericana, pero sobre todo mexicana. Una cultura en la cual se venera a los antepasados, construyéndoles incluso pequeños altares, y que acude a los cementerios para depositar ofrendas e incluso celebrar pequeñas fiestas (tradición por otra parte que también se daba entre los antiguos egipcios, pero esa sería una historia totalmente distinta).

¿Y qué es lo peor que le puede ocurrir a un difunto, por lo menos en esta película? Que nadie se acuerde de él, condenándole a la segunda muerte, la definitiva. Los olvidados se reúnen en pequeños grupos, en los márgenes de esta sociedad altamente jerarquizada, y precisamente entre ellos encuentra desde el primer momento ayuda el pequeño protagonista de la historia.

COCO es, desde otro punto de vista, la mejor manera de explicarles a los niños que la muerte no es, ni mucho menos, el final, y que tampoco hay que tenerle miedo a los fantasmas. No en vano, durante las dos terceras partes de la película, los auténticos protagonistas son los difuntos. Están representados como esqueletos de calaveras y huesos decorados, vestidos casi todos ellos con lindos ropajes, y con un tremendo amor por sus parientes vivos. Por eso van a visitarlos en la noche de ánimas (el dichoso Halloween de los yanquis), para celebrar la vida.

Y otro gran protagonista es, por supuesto, la música, en concreto la de los Mariachis. Durante casi noventa minutos de pura orgía (¿se puede hablar de orgías aquí?) visual y musical, te dejas llevar por melodías desconocidas, que hacen vibrar por igual a niños y mayores. Uno de los últimos números, con la tatarabuela del protagonista cantando a Chavela Vargas, es sencillamente espectacular, emocionante en grado sumo. Vamos, que hasta me hizo llorar al acordarme de mis fieles difuntos, mi padre y mi abuelo.

También hay personajes secundarios divertidos y entrañables, una historia de amor rota por el paso del tiempo, maldiciones imperdonables, incluso un malo malísimo asesino… En definitiva, COCO es una película para todos los públicos… que nos ayuda a perderle el miedo a la muerte…

 

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