CINE: COCO, UNA MIRADA AL MÁS ALLÁ.

Por Fernando Codina.

Si nos fijamos solamente en su argumento, COCO, la última película de la Pixar, presentada con el amparo de Disney, es una película de miedo. Mejor dicho, de TERROR.

El argumento no puede ser más sencillo: un niño, nacido en una familia en la que la música está prohibida, sueña con ser el Mariachi más importante de todos los tiempos. Para conseguirlo, no duda en robar una guitarra en un mausoleo, la noche previa al día de los muertos, que le permita presentarse al concurso de talentos. Pero al empuñar el instrumento, es trasladado al Mundo de los Muertos. Y tiene solamente una noche para lograr regresar al suyo, con la bendición de sus familiares difuntos, si no quiere morir y permanecer para siempre encerrado en el Más Allá. ¿A que da mucho miedo?

Para nuestro talante occidental, en una sociedad en la que la muerte ser convierte cada día más en una enemiga, en algo molesto, y que da mucho miedo, es una perspectiva aterradora. Pero es que esta película precisamente no está pensada para los WASP, es decir, los blancos protestantes angloamericanos.

No. Está pensada para otro tipo de sociedad, en la que la muerte se convierte en parte de la vida, y en donde se celebra con toda normalidad el Día de los Muertos cada primero de Noviembre. Es decir, cualquier persona latinoamericana, pero sobre todo mexicana. Una cultura en la cual se venera a los antepasados, construyéndoles incluso pequeños altares, y que acude a los cementerios para depositar ofrendas e incluso celebrar pequeñas fiestas (tradición por otra parte que también se daba entre los antiguos egipcios, pero esa sería una historia totalmente distinta).

¿Y qué es lo peor que le puede ocurrir a un difunto, por lo menos en esta película? Que nadie se acuerde de él, condenándole a la segunda muerte, la definitiva. Los olvidados se reúnen en pequeños grupos, en los márgenes de esta sociedad altamente jerarquizada, y precisamente entre ellos encuentra desde el primer momento ayuda el pequeño protagonista de la historia.

COCO es, desde otro punto de vista, la mejor manera de explicarles a los niños que la muerte no es, ni mucho menos, el final, y que tampoco hay que tenerle miedo a los fantasmas. No en vano, durante las dos terceras partes de la película, los auténticos protagonistas son los difuntos. Están representados como esqueletos de calaveras y huesos decorados, vestidos casi todos ellos con lindos ropajes, y con un tremendo amor por sus parientes vivos. Por eso van a visitarlos en la noche de ánimas (el dichoso Halloween de los yanquis), para celebrar la vida.

Y otro gran protagonista es, por supuesto, la música, en concreto la de los Mariachis. Durante casi noventa minutos de pura orgía (¿se puede hablar de orgías aquí?) visual y musical, te dejas llevar por melodías desconocidas, que hacen vibrar por igual a niños y mayores. Uno de los últimos números, con la tatarabuela del protagonista cantando a Chavela Vargas, es sencillamente espectacular, emocionante en grado sumo. Vamos, que hasta me hizo llorar al acordarme de mis fieles difuntos, mi padre y mi abuelo.

También hay personajes secundarios divertidos y entrañables, una historia de amor rota por el paso del tiempo, maldiciones imperdonables, incluso un malo malísimo asesino… En definitiva, COCO es una película para todos los públicos… que nos ayuda a perderle el miedo a la muerte…

 

Autor: Athman M. Charles

Pagano y jubilado, montañero retirado, boxeador vapuleado, fotógrafo desenfocado, jugón manco Old School, lector empedernido, juntaletras de medio pelo, casado y con hijos, calvo y barbudo. Legítimo heredero de la Casa de Cal Gallo de Montagut.

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