Buenos días, mis queridos Lectores Ausentes.
Hoy venimos con Extraño Oeste, una antología atípica, una obra curiosa por su propia naturaleza y cuyo propósito, después de la obviedad que sería decir que es entretener, quiere ser un homenaje muy especial a un género que demasiadas veces ha ido visto con cierto desdén y relegado al olvido, sin reparar en todo lo que le debemos, su enorme influencia en la cultura popular y su innegable poso en el imaginario colectivor: El western.
¿Quién no ha jugado de pequeño a indios y vaqueros? ¿Quién no conoce al Llanero Solitario? ¿Quién no ha oído hablar de Billy El Niño, de Buffalo Bill, de Calamity Jane o del más famoso duelo de todos los tiempos, acontecido en el O.K. Corral?
Los que tengáis mi edad, a buen seguro recordaréis aquellas maravillosas películas del sábado por la tarde, en las que un durísimo John Wayne le echaba arrestos como un verdadero hombre, junto a unos pocos marginados y perdedores, para defender la ley en Rio Bravo. También quedarían grabadas en vuestras pupilas las imágenes de un Gary Cooper caminando solo en una calle desierta, rumbo a su destino. Y como no, al duro de Clint Eastwood, cubierto con su poncho y purito en boca, repartiendo plomo en un cementerio, enfrentado a otros dos granujas como él.
Son conceptos imborrables, que van más allá de la estética o la idea de magnificar un periodo histórico duro y cruel, de darle una pátina épica y cubrirlo con la gloria de leyenda. El western, en sí mismo, se ha construido un universo propio, regido por unas leyes definidas y claras que nos llevan de forma inmediata a pensar en la libertad, en el fatalismo, en el solitario camino del héroe que se enfrenta a su destino. La ambientación es tan importante que supone en si misma el cincuenta por ciento de su impronta. El desierto, los páramos solitarios, grandes extensiones en las que uno tiene frente a si la única ayuda de sí mismo y el revólver que espera paciente en su funda. Pueblos nacidos de la sangre y el polvo, de las disputas con los indios y de la fiebre del oro. Edificios de madera que pretenden ser el primer paso al intento de civilizar una tierra tan salvaje e indómita y la imagen del saloon, con sus puertas batientes, en cuyo interior hallaremos al pianista, al sheriff al que no le gustan los forasteros, al tahúr sentado en la mesa de póker , a los matones del pueblucho buscando gresca y como no, a las prostitutas, flirteando con los clientes para sacarles los pocos dólares que aun queden en sus bolsillos tras apurar ese whisky que sabe a matarratas.
Imágenes poderosas. Hay quién diría que son tópicos y puede que así sea. Pero es indudable que se han convertido en figuras arquetípicas, tan arraigadas en el subconsciente que es imposible refutar su poder. Un poder que ha traspasado las fronteras y el espacio, alimentando la imaginación de varias generaciones y convirtiéndose en parte de los materiales que han cimentado las bases sobre la que infinidad de autores de nuestro tiempo han construido sus obras. Directores de cine, escritores, ilustradores… Todos ellos se han visto influenciados por él, por lo que el western representa, a la hora de contar sus propias historias.
Desde el cine y las series de televisión, hasta varios escritores contemporáneos, todos ellos han bebido de esas fuentes y han construido moldeando su legado para ofrecernos las mismas historias de antaño desde un nuevo punto de vista. No importa que no queden guerreros indios en las praderas, ni que en lugar del desierto de Arizona todo suceda en una carretera cualquiera de una Australia post-apocalíptica, en una estepa bajo la aurora boreal o incluso el espacio. No importa si nuestro héroe no es un cowboy, sino un policía (Mad Max), un motero (Mac, en Esta noche arderá el cielo, de Emilio Bueso) o el piloto de un carguero espacial («Mal» Reynolds, en Firefly, de Joss Whedon). Da lo mismo, porque su esencia, lo que nos cuenta y la forma en la que lo hace, los elementos que componen la función, son puro western.
Quizá una de las obras que mejor representa eso, la naturaleza del western en otro tipo de historias difíciles de definir y clasificadas dentro del amplio espectro del fantástico, se halla en la saga de La Torre Oscura, de Stephen King, quien hace suyo el espíritu del género y lo lleva a nuevos niveles, a nuevos escenarios, mezclando en una amalgama de corte fantástico, en la que la fantasía toma las riendas, sin perder un ápice de su esencia por el camino.
No es algo nuevo el mezclar géneros y el western no es una excepción. Las novelas weird ya habían hecho lo propio, mezclando pistoleros e indios con criaturas terroríficas, lugares imposibles y aventuras en otros tiempos. En el cine, durante años hemos visto cosas como la divertida House 2, los viajes en el tiempo de Regreso al futuro 3, el western-punk de la inefable Wild Wild West con Will Smith y hasta esa cosa que fue Cowboys vs Aliens. La verdad es que los resultados, salvo unas pocas excepciones, han ido entre la comedia y el despropósito, algo que no sucedía con la literatura. Parece que en la escritura y los comics, este tipo de historias encuentran su verdadera formula. El medio impreso parece ser su formato natural, donde mejor funciona.
Y con Extraño Oeste, se confirma, al menos para mí, esa premisa. Pese a no pretender crear escuela y tener en mente que la antología no es sino puro entretenimiento, sin más pretensión que divertir y homenajear al género, dentro de unos parámetros en los que el fantástico es el vínculo de todos los relatos, las historias que nos cuentan sus autores muestran el gran respeto que sienten por el género, su consideración al mismo y el cariño que manifiestan por él.
La complicidad, el mimo, el buen uso de los elementos que hacen del western lo que es, utilizados para contarnos ocho historias imposibles, fantásticas, aterradoras o surrealistas, con un nivel bastante más alto de lo que solemos encontrar en este tipo de recopilatorios. Distintos en foques, distintos temas, pero siempre manteniéndose fieles a unos principios y a una premisa clara, que es el amor por un género que parece estar de vuelta.
En lo personal, me ha gustado bastante. Hay algunas verdaderas joyitas entre sus páginas y he notado cierta predisposición a experimentar, a abrir nuevas puertas, sin limitarse a caer en lo fácil. No son historias complejas, pero sí atrevidas y que logran con creces su objetivo.
Con una más que elogiable variedad de registros, la tónica general es de una gran calidad literaria, de conjugar con bastante acierto los distintos estilos de cada autor y de no haberse limitado a cumplir con un encargo con lo primero que han pillado. Se nota la dedicación, la preocupación por ofrecer buenas historias, que se desmarquen del resto, con su propia personalidad. Una antología distinta, muy disfrutable y que os puedo recomendar sin pudor alguno.
Mención especial al diseño de cubierta, steampunk con aire pulp quetiene su encanto, jugando con la sensualidad y la nostalgia de los setenta.
Extraño Oeste
VVAA
Editorial. Libros del Innombrable
ISBN: 9788492759798
Páginas: 238 págs.
PVP: 16,66€