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Cosas que pasan en la frontera, de So Blonde y Olga Artigas Ballesta.

Pues ayer mismo me metí esto en vena, droga de la buena y del tirón. Puta maravilla. Una macarrada de las gordas. Un western sucio sin lugar para heroicidades. Una declaración de intenciones. Una denuncia a viva voz. Una realidad descarnada, cruda y amarga que se impone a la ficción, por salvaje y exagerada que parezca. Asfalto, sudor, billetes manchados de sangre y casquillos de bala, chicas malas y tipos mucho peores. Alimañas de dos patas y desierto. Y descapotables, katrinas, armas automáticas, mezcal y tequila, casinos y tetas. Una gozada, sin más.

So Blonde, que bien escribes, pedazo de cabrona. Olga, que bien dibujas, maldita.

P.D. A la parrilla sabe mejor.

Libro de  So Blonde

Ilustraciones de Olga Artigas Ballesta

Páginas: 70

Formato: Tapa dura

Dimensiones: 24 x 24 cm

ISBN: 978-84-122035-1-6

Ediciones Vernacci

PVP: 14.00€

Extraño Oeste, de VVAA (Los libros del Innombrable)

Buenos días, mis queridos Lectores Ausentes.

eopHoy venimos con Extraño Oeste, una antología atípica, una obra curiosa por su propia naturaleza y cuyo propósito, después de la obviedad que sería decir que es entretener, quiere ser un homenaje muy especial a un género que demasiadas veces ha ido visto con cierto desdén y relegado al olvido, sin reparar en todo lo que le debemos, su enorme influencia en la cultura popular y su innegable poso en  el imaginario colectivor: El western.

¿Quién no ha jugado de pequeño a indios y vaqueros? ¿Quién no conoce al Llanero Solitario? ¿Quién no ha oído hablar de Billy El Niño, de Buffalo Bill, de Calamity Jane o del más famoso duelo de todos los tiempos, acontecido en el O.K. Corral?

Los que tengáis mi edad, a buen seguro recordaréis aquellas maravillosas películas del sábado por la tarde, en las que un durísimo John Wayne le echaba arrestos como un verdadero hombre, junto a unos pocos marginados y perdedores, para defender la ley en Rio Bravo. También quedarían grabadas en vuestras pupilas las imágenes de un Gary Cooper caminando solo en una calle desierta, rumbo a su destino. Y como no, al duro de Clint Eastwood, cubierto con su poncho y purito en boca, repartiendo plomo en un cementerio, enfrentado a otros dos granujas como él.

Son conceptos imborrables, que van más allá de la estética o la idea de magnificar un periodo histórico duro y cruel, de darle una pátina épica y cubrirlo con la gloria de leyenda. El western, en sí mismo, se ha construido un universo propio, regido por unas leyes definidas y claras que nos llevan de forma inmediata a pensar en la libertad, en el fatalismo, en el solitario camino del héroe que se enfrenta a su destino. La ambientación es tan importante que supone en si misma el cincuenta por ciento de su impronta. El desierto, los páramos solitarios, grandes extensiones en las que uno tiene frente a si la única ayuda de sí mismo y el revólver que espera paciente en su funda. Pueblos nacidos de la sangre y el polvo, de las disputas con los indios y de la fiebre del oro. Edificios de madera que pretenden ser el primer paso al intento de civilizar una tierra tan salvaje e indómita y la imagen del saloon, con sus puertas batientes, en cuyo interior hallaremos al pianista, al sheriff al que no le gustan los forasteros, al tahúr sentado en la mesa de póker , a los matones del pueblucho buscando gresca y como no, a las prostitutas, flirteando con los clientes para sacarles los pocos dólares que aun queden en sus bolsillos tras apurar ese whisky que sabe a matarratas.

Imágenes poderosas. Hay quién diría que son tópicos y puede que así sea. Pero es indudable que se han convertido en  figuras arquetípicas, tan arraigadas en el subconsciente que  es imposible refutar su poder.  Un poder que ha traspasado las fronteras y el espacio, alimentando la imaginación de varias generaciones y convirtiéndose en parte de los materiales que han cimentado las bases sobre la que infinidad de autores de nuestro tiempo han construido sus obras. Directores de cine, escritores, ilustradores… Todos ellos se han visto influenciados por él, por lo que el western representa, a la hora de contar sus propias historias.

Desde el cine y las series de televisión, hasta varios escritores contemporáneos, todos ellos han bebido de esas fuentes y han construido  moldeando su legado para ofrecernos las mismas historias de antaño desde un nuevo punto de vista. No importa que no queden guerreros indios en las praderas, ni que en lugar del desierto de Arizona todo suceda en una carretera cualquiera de una Australia post-apocalíptica, en una estepa bajo la aurora boreal o incluso el espacio. No importa si nuestro héroe no es un cowboy, sino un policía (Mad Max), un motero (Mac, en Esta noche arderá el cielo, de Emilio Bueso) o el piloto de un carguero espacial («Mal» Reynolds, en Firefly, de Joss Whedon). Da lo mismo, porque su esencia, lo que nos cuenta y la forma en la que lo hace, los elementos que componen la función, son puro western.

Quizá una de las obras que mejor representa eso, la  naturaleza del western en otro tipo de historias difíciles de definir y clasificadas dentro del amplio espectro del fantástico, se halla en la saga de La Torre Oscura, de Stephen King, quien hace suyo el espíritu del género y lo lleva a nuevos niveles, a nuevos escenarios, mezclando en una amalgama de corte fantástico, en la que la fantasía toma las riendas, sin perder un ápice de su esencia por el camino.

No es algo nuevo el mezclar géneros y el western no es una excepción. Las novelas weird ya habían hecho lo propio, mezclando pistoleros e indios con criaturas terroríficas, lugares imposibles y aventuras en otros tiempos. En el cine, durante años hemos visto cosas como la divertida House 2, los viajes en el tiempo de Regreso al futuro 3, el western-punk  de la inefable Wild Wild West con Will Smith y hasta esa cosa que fue Cowboys vs Aliens. La verdad es que los resultados, salvo unas pocas excepciones, han ido entre  la comedia y el despropósito,  algo que no sucedía con la literatura. Parece que en la escritura y los comics, este tipo de historias encuentran su verdadera formula. El medio impreso parece ser su formato natural, donde mejor funciona.

Y con Extraño Oeste, se confirma, al menos para mí, esa premisa. Pese a no pretender crear escuela y tener en mente que la antología no es sino puro entretenimiento, sin más pretensión que divertir y homenajear al género, dentro de unos parámetros en los que el fantástico es el vínculo de todos los relatos, las historias que nos cuentan sus autores muestran el gran respeto que sienten por el género, su consideración al mismo y el cariño que manifiestan por él.

La complicidad, el mimo, el buen uso de los elementos que hacen del western lo que es, utilizados para contarnos  ocho historias imposibles, fantásticas, aterradoras o surrealistas, con un nivel bastante más alto de lo que solemos encontrar en este tipo de recopilatorios. Distintos en foques, distintos temas, pero siempre manteniéndose fieles a unos principios y a una premisa clara, que es el amor por un género que parece estar de vuelta.

En lo personal, me ha gustado bastante. Hay algunas verdaderas joyitas entre sus páginas y he notado cierta predisposición a experimentar, a abrir nuevas puertas, sin limitarse a caer en lo fácil. No son historias complejas, pero sí atrevidas y que logran con creces su objetivo.

Con una más que elogiable variedad de registros, la tónica general es de una gran calidad literaria, de conjugar con bastante acierto los distintos estilos de cada autor y de no haberse limitado a cumplir con un encargo con lo primero que han pillado. Se nota la dedicación, la preocupación por ofrecer buenas historias, que se desmarquen del resto, con su propia personalidad.  Una antología distinta, muy disfrutable y que os puedo recomendar sin pudor alguno.

Mención especial al diseño de cubierta, steampunk con aire pulp quetiene su encanto, jugando con la sensualidad y la nostalgia de los setenta.

 

Extraño Oeste

VVAA

Editorial. Libros del Innombrable

ISBN: 9788492759798

Páginas: 238 págs.

PVP: 16,66€

 

DÍA 7. Del Festival a la Incoherencia. Especial Sitges 2015.

Un artículo de Cristina Béjar aka Mitsuko Cinéfila

Entramos en la recta final y los deberes se acumulan, hay que apurar todas las sesiones posibles para acudir a las citas ineludibles de las que todos hablan en las colas: Debes ver esta o aquella, no puede ser que te hayas perdido tal o cual… Nervios y prisas para llegar a todos sitios y abarcar cuanto más mejor:

COP CAR, de Jon Watts.

https://www.youtube.com/watch?v=p0abWuHBJRg

Creo que esta es una de las películas ante la que me he encontrado con opiniones más diferentes, desde gente que la ha visto como aburrida hasta más no poder, hasta personas como yo, que le ha resultado una grata sorpresa, ya que recupera esa inocencia de los años ochenta reflejado en los ojos de dos niños que se encuentran con un coche patrulla.

Este coche pertenece a un sheriff de dudosa moral y principios, que hará lo posible por recuperar su coche sin levantar sospechas. Cruda, simple y efectiva con un Kevin Bacon, que lo clava.

EXPERIMENTER, de Michael Almereyda.

https://www.youtube.com/watch?v=O1VOZhwRvWo

En este caso, la trama me llamó poderosamente la atención. Hablamos de la conducta humana, de porqué nos comportamos como lo hacemos y porqué obedecemos muchas veces sin cuestionar la autoridad. En esta cinta pseudo documental, observaremos una serie de experimentos reales que se llevaron a cabo por el doctor Stanley Milgram. Creo que es sólo apta para los amantes de la sociología y la ciencia del comportamiento, sino puede volverse algo tediosa y repetitiva.

THE SALVATION, de Kristian Levring.

https://www.youtube.com/watch?v=Imic4ACxSp0

Otro western para la saca y yo que me alegro, impresionantes en la pantalla  . Venganza, ira, forajidos… Todo ello con unos planos que te transportan al otro lado. Una película que irradia magia y que ha pasado sin pena ni gloria por otros festivales. A veces, hay cosas que no se entienden.