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Comic: Las «verdaderas aventuras» de Valerian

Por R. G. Wittener.

Si ha existido una rutina en mi vida que haya practicado con tenacidad durante mucho tiempo, y que tuviera luego una influencia transcendente sobre quién soy, creo que la más evidente fue mi costumbre de acudir a diario a la biblioteca del barrio; durante la mayoría de mi etapa escolar, y se podría decir que hasta buena parte de la adolescencia, mis tardes transcurrieron sentado en la sala de lectura, con un libro en las manos (información que, espero, sea útil para el viajero espacio-temporal que deba viajar a mi pasado para convertirme en el héroe de alguna gran historia épica).

El hecho es que, además de muchos libros de aventuras, la biblioteca se nutría de vez en cuando con remesas de álbumes de cómics europeos (Tintín, Blueberry, Asterix, Lucky Luke, etc…) Unos tomos que provocaban revuelo y auténticas batallas los días de su llegada, para luego ser leídos y releídos con avidez cada vez que tenías la suerte de encontrar un ejemplar en la estantería, hasta que las páginas se desprendían y las pastas sufrían el castigo de tanto vaivén. En mi caso, uno de esos cómics eran las aventuras de Valerian. Una afición que, ahora, creo que se vio mediatizada por esa «combinación espacial» que se dio en la tele de los ochenta, y que no debe de ser ajena a quienes ronden ahora los cuarenta: cuando nuestros héroes de la tele se repartían entre la Batalla de los Planetas (más conocida como Comando-G), Ulysses-31, y Érase una vez… el Espacio. En aquella época me habría costado decidir si mi nave espacial favorita era el Fénix o la nave de Ulises, pero las únicas aventuras que podía disfrutar una y otra vez (aún faltaban años para el vídeo doméstico en mi casa), eran las de Valerian y Laureline. Una devoción que se concretó de forma reciente con la adquisición de todos los álbumes, para poder sumergirme en ellos de nuevo.

Con todo esto quiero decir que, para mi, los personajes de Mezières y Christin son viejos amigos cuyas peculiaridades tengo muy claras. He compartido con ellos suficiente tiempo como para reconocerles sin dudar entre muchos otros y, lamentablemente, no son los que me he encontrado en la cinta de Luc Besson.

Mi mayor frustración se centra, además, en el protagonista masculino. Valerian siempre fue un Han Solo sin Chewbacca, un tipo cuyos planes se limitaban a saltar por sorpresa sobre los enemigos y confiar en que la fortuna le sería propicia y le permitiría escapar sin un rasguño. Un ligón «a su pesar», capaz de seducir a casi cualquier forma femenina del universo. Un irresponsable, en definitiva, bastante cercano a los 007 del cine. Todo lo cual no acaba de encajarme con ese agente aniñado que encarna Dane DeHaan, y aún menos con su devoción amorosa por Laureline (que, en los cómics, siempre fue tensión sexual no resuelta). Valerian debería haber sido interpretado por algún actor cuya presencia física estuviese cerca de Matt Bomer o James Franco, al menos. Alguien de quien te creyeras que, de verdad, ha estado de parranda con medio universo y al que envidiaras su sonrisa porque sabes que eso le basta para engatusar a una chica.

Por otro lado (y en contra de muchas críticas que han aparecido), Cara Delevigne sí ha dado vida a una versión más próxima a Laureline (o, dicho de otro modo, comparando las encarnaciones de los dos protagonistas, al menos ella ha estado más cerca de la imagen mental que podria hacerme de su personaje). La respondona, avispada e independiente muchacha que pasa de aldeana medieval a espía intergaláctica (muy próxima a la Leia de El retorno del Jedi), ha quedado mejor plasmada en la película; aunque el guión decidiera obviar su peculiar origen, Delevigne casi parezca la niñera de DeHaan y el asunto de su relación sentimental ocupe demasiado tiempo en la trama de ambos (lo cual me veo cada vez más obligado a considerar que es así para intentar convencer al espectador de que existe algo parecido a química entre ellos).

Por supuesto, no voy a negar que la tecnología le ha permitido a Besson dar forma a un universo estéticamente muy cercano al de los cómics. Algo que no puede sorprendernos a sus fans tras haber visto El quinto elemento, aunque ha sido una suerte comprobar que podía crear otra space opera alejándose de la imaginería de Moebius y, sobre todo, de Gaultier. Incluso la nave de Valerian (base para la creación posterior de El halcón milenario) ha salido muy bien retratada, a pesar de que no debo ser el único que hubiese querido ver en más detalle su interior. Y aún así, considero que la estupenda recreación estética de la película no puede disculpar un guión sin apenas sorpresas en sus giros argumentales, ni esa falta de apego al espíritu de uno de sus protagonistas, precisamente en una obra cuyos mayores jueces tenemos a los personajes tan interiorizados.

Es por eso que, para iluminar a quienes no hayan tenido aún la oportunidad de disfrutar de las «verdaderas» aventuras de Valerian y Laureline, quiero recomendarles la lectura de algunos de los álbumes que considero más representativos (y enzarzarme en discusiones con quienes piensen que me dejo alguno fuera, o que incluyo tramas menores).

«Mundos Ficticios«. Aventura en la que Laureline se erige en protagonista principal, mientras dirige a un sinnúmero de clones de Valerian a la búsqueda de un extraño personaje que está recreando fragmentos del pasado terrestre en otros planetas.

«Los pájaros del amo«. Una de sus historias más oscuras. En un mundo desprovisto de mucho del color y el humor que suelen impregnar los álbumes, la población sufre la tiranía de «El amo», y temen el ataque de sus pájaros.

«Los héroes del equinoccio«. En un mundo envejecido, la aparición de nuevos niños es imposible mientras no llegue un héroe que viaje hasta una isla sagrada. Pero ninguno de sus habitantes lo ha logrado, así que solicitan ayuda al exterior. Y la Tierra ha escogido a Valerian para que los represente, frente a los miembros de otros planetas cuyos estilos de vida encarnan conocidos estereotipos sociales.

«El embajador de las sombras«. El álbum que ha inspirado gran parte de «La ciudad de los mil planetas» de Besson (y que permitirá así comparar a los personajes). En la gran base galáctica de Punto Central, el embajador de la Tierra es secuestrado y la misión de rescatarlo recae en nuestros héroes, descubriendo por el camino a muchos de sus peculiares habitantes.

«Metro Châtelet, dirección Cassiopea» – «Los rayos de Hypsis«. Esta es la gran saga de Valerian y Laureline. Una aventura a lo largo de cuatro álbumes (incluyendo «Estación Brooklyn, final de línea el cosmos» y «Los espectros de Inverloch«, en la que una amenaza a la integridad del espacio-tiempo obliga a Valerian y Laureline a actuar como espías encubiertos en la Tierra de finales del siglo XX. Una historia que tiene toques de Bond y Expediente X, en la que se exploró en profundidad la relación entre sus protagonistas mientras los autores elucubran sobre el futuro de la humanidad… y la esencia de lo divino.

Quizás siete álbumes, en una colección que sobrepasa la veintena, puedan parecer pocos. Pero animo a quien sienta curiosidad sobre el universo de Valerian a leerlos, con la convicción personal de que no podrán resistirse a conocer el resto de sus aventuras. Las «de verdad». Las que hicieron que un crío que pasaba horas en la biblioteca se acabara convirtiendo en escritor.

 

La Torre Oscura vs Valerian: Sobre peliculitas deleznables y peliculones más que recomendables.

Por Fernando Codina

Este fin de semana, aprovechando mi libertad vigilada, he aprovechado para hacer aquellas cosas que más me gustan: dormir, hacer deporte, escribir un rato y, sobre todo y por no variar, ir al cine. Y he visto dos películas, que encarnan lo peor del cine americano y lo mejor del cine francés/europeo. Sí señores: he visto La Torre Oscura y Valerian y la ciudad de los mil planetas. Pero vayamos por partes.
Soy fan de Stephen King desde la primera vez que, a los once años, cayó entre mis manos El Resplandor, cuya lectura tuve que realizar entre el cuarto de baño de mi casa, metido entre las sábanas tras el toque de queda o escondido en la biblioteca del instituto. Mi padre compró aquél libro, y me echó una buena bronca por “perder el tiempo con un libro de mayores”. Desde entonces, he leído todos los libros del Maestro, y he visto todas sus películas. Creo que Stephen King no tiene demasiado éxito con sus adaptaciones: quitando EL RESPLANDOR, CARRIE, MISERY, sin olvidarnos por supuesto de LA MILLA VERDE, CADENA PERPETUA (esta última sobre todo es espectacular) y la imprescindible primera versión de IT, el conjunto es bastante desigual, por no decir rematadamente malo.
Y La Torre Oscura se ha convertido, por méritos propios, en una de las peores adaptaciones de todos los tiempos, en una traición al original y a la que posiblemente sea la mejor saga de King. A lo largo de ocho tomos (más de 4.600 páginas) asistimos a las peripecias del Hombre de Negro, el Pistolero y su “Ka Tet”, en un mundo alternativo y post apocalíptico y en el mundo real. Pues bien, nada de ello queda en la infumable versión que estrenaron este viernes en las pantallas de toda España.

Doy paso a Alejandro Alegré, que ha realizado la siguiente crítica en EL CONFIDENCIAL. “Un chaval llamado Jake (Tom Taylor) sufre pesadillas sobre un mundo paralelo en el que un pistolero llamado Roland (Idris Elba) está enzarzado en una batalla eterna contra un villano conocido como Hombre de Negro (Matthew McConaughey), que controla un ejército de mostrencos ‘minions’ dedicados a secuestrar niños de la Tierra con el fin de usar su poder cerebral para destruir el mamotreto del título, un gran punzón que protege el universo del mal.
Tras cruzar un portal hacia esa realidad alternativa, Jake se encuentra con Roland, y ambos deciden ir a por el Hombre de Negro; en el proceso se dan un paseo por Nueva York, donde el pistolero hará gala de su vis cómica al entrar en contacto con cosas como la Coca-Cola y los perritos calientes. En ningún momento a lo largo de la historia se nos dan razones que justifiquen por qué, a pesar de que Roland es el personaje central del libro y de que está encarnado por una superestrella, la película prefiere poner el foco en un irritante mocoso.”
Y poco más hay que añadir. Es un blockbuster veraniego de estética ochentera, fácilmente olvidable, y que traiciona por completo todo el complejo universo creado por Stephen King. Vamos, que tanto el director como el guionista han olvidado no solamente “el rostro de su padre”, sino incluso la obra de Stephen King que le da su nombre a este proyecto infumable.

Menos mal que el fin de semana ha quedado compensado por un peliculón, Valerian y la Ciudad de los mil planetas. Después del holocausto de La Torre Oscura necesitaba más que nunca una película de calidad, o por lo menos que me entretuviera, y me permitiera asomarme a otros mundos, otras realidades y dimensiones, como se puede esperar de cualquier cinta de ciencia ficción digna de ese nombre. Y Valerian ha cumplido fieramente con aquella premisa.
Es una película europea de calidad superior, que combina un guion brillante, con unos efectos especiales más que sorprendentes, y una dirección poderosa, en la que se nota la mano del magistral Luc Besson.
Al ver el tráiler, me atrajo la estética especial de la cinta, que me hizo recordar la imprescindible EL QUINTO ELEMENTO, una de las para mí mejores películas de ciencia ficción de los últimos treinta años. Sí, vale, soy bastante parcial con este director y con la especial estética que crea en sus películas, pero pienso que VALERIAN Y LA CIUDAD DE LOS MIL PLANETAS tiene todos los ingredientes para convertirse en la mejor película de ciencia ficción que verás en muchísimo tiempo.

Dicen de ella en CINEMANÍA: “En medio de un verano lleno de secuelas y nuevas entregas de sagas mastodónticas, al menos una olropuesta de ciencia-ficción se atreverá a explorar territorio desconocido. Bueno, al menos en pantalla grande: Valerian y la ciudad de los mil planetas llega para adaptar los fascinantes cómics espaciales de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières que desde finales de los años 60 relatan las aventuras galácticas de los agentes espacio-temporales Valerian y Laureline.
Luc Besson ha dirigido esta superproducción con Dane DeHaan y Cara Delevingne en los papeles protagonistas, más un despliegue de medios y efectos visuales apabullante. Eso sí, la recepción del filme no puede estar más dividida entre la crítica anglosajona: se acumulan tanto elogios entusiastas como ataques furibundos contra esta primera aventura cinematográfica de Valerian y Laureline.”
Pues bien, yo soy de los que hacen halagos entusiastas, como habrás podido comprobar. Creo que el dúo protagonista tiene una química muy especial, desde los primeros momentos de la película. Atención SPOILER ALERT: y además Cara Delevingne está súper guapa con un bikini que recuerda mucho al de El Quinto Elemento. Y posiblemente pocas actrices habrán tenido que sufrir tantos desastres con su pelo: le escupe un extraterrestre, mete la cabeza dentro de una medusa, le echan por encima zumo de limón para sorberle el cerebro, termina en un basurero…FIN DEL SPOILER.
La estética de la película es muy futurista (no podía ser de otra manera), y la acción te atrapa desde el primero hasta el último momento de la cinta, ciento cuarenta minutos más tarde. Hay un poco de todo: una historia de amor incipiente, un relato del fin de una civilización, criaturas extrañas dentro de la estación espacial. Eso por no hablar del número musical de Rihana: absolutamente espectacular, lleno también de humor y de ternura. Y sin olvidarnos de los efectos especiales, una de las apuestas más sólidas de Luc Besson. Se comenta incluso que este proyecto ya interesó al director hace muchos años, pero que hasta ahora no poseía la tecnología necesaria para hacerlo realidad. Durante esta semana, creo que iré a verla de nuevo, posiblemente en tres d, para disfrutar como un enano.
También cabe señalar que la película está inspirada, de manera bastante literal, en la serie de cómics Valerain et Lauréline, de Jean-Claude Mézières (viñetas) y Pierre Christin (guionista), muchos de cuyos episodios pueden conseguirse tanto en la FNAC como en EBAY. Sinceramente, me he quedado con muchas ganas de conocer más cosas sobre este misterioso universo, al que me he asomado durante más de dos horas, de la mano de Luc Besson, de quien me declaro fan incondicional. Bueno, lo cierto es que ya lo era bastante desde El Quinto Elemento.

En resumidas cuentas, un fin de semana de lo más provechoso en lo que a películas se refiere, y en el que ha habido de todo, desde la escoria (que tal vez guste a quienes no sean fans de Stephen King ni hayan leído ninguna de las novelas que conforman la épica saga de LA TORRE OSCURA), y un PELICULÓN en estado puro como VALERIAN Y LA CIUDAD DE LOS MIL PLANETAS.