Buenos días, mis queridos Lectores Ausentes.
Hoy vamos a hablar de Interferencias, el nuevo trabajo de Raúl Ansola, autor al que llevamos siguiendo desde sus inicios y que siempre consigue sorprendernos con ese estilo tan introspectivo y por sus propuestas, siempre arriesgadas.
Antes de morir, el joven Tony dejó escritos unos diarios personales donde narraba el desenfreno con el que vivió la locura del Nueva York de finales de los años setenta. Décadas más tarde, la biógrafa Claire Espino recibe esos escritos con el encargo de corregirlos y novelarlos para su publicación. Pero algo perturba su trabajo. Entre las páginas manuscritas se encuentra con un dato inquietante: alguien le contó a Tony, durante una fiesta en los sótanos de la discoteca Studio 54, detalles del atentado aéreo contra las Torres Gemelas que se produciría muchos años después. Abrumada por el anacronismo, Claire busca ayuda en Diego, un escritor experto en el Nueva York de la época, y Gabriel, un periodista especializado en fenómenos paranormales.
Para empezar, diré que Interferencias me ha gustado mucho. Me gusta la premisa de la que parte. Encuentro muy, muy potente lo que me plantea, la curiosa y atrevida propuesta que me hace y la forma en que se desarrolla. Es difícil ser original y más en un tema tan manido como las anacronías y los ooparts. Es por eso que el enfoque que le da, el planteamiento que nos hace, me parece no sólo innovador, sino que has conseguido que mi cerebro haga BAKABUM! cuando he empezado a pensar en lo que propone, en todas las posibilidades que ofrece este punto de vista, en todas las implicaciones a todos los niveles (psicológico, científico, filosófico, humanístico) y todas las repercusiones que podría conllevar, incluidas las que no acabo de entender, porque escapan a mi comprensión.
En cuanto al estilo, Raúl se mantiene en su línea. Y eso es bueno. Bien narrado, sin florituras innecesarias, pero con una excelente retórica, que le sienta de fábula a lo que nos quiere contar. Personajes creíbles, bien definidos y al servicio de la historia. Tramas interesantes y el modo de desarrollarlos es de lo mejor de la obra. La figura difusa, mitificada, misteriosa, trágica pero imponente de Tony; la presencia de Brandon, una especie de guardia de la puerta y mensajero del legado secreto; la nostalgia y ese extraña melancolía innata de Diego; el afán aventurero y la necesidad vital de conocer de Gabriel y el miedo y la sensación de ser un títere en manos del destino de Claire (quien no quiere más que volver a su rutinaria y tranquila vida), me parece una forma magnífica de contar lo que quiere, yendo de aquí allá, desde un punto de vista al otro, de ver sus reacciones, a veces acertadas, a veces inconscientes, a veces deliberadas, a veces únicamente inevitables…
Como punto negativo, por llamarlo de alguna manera porque es algo muy personal y es sólo cuestión de gusto propio, puede ser el exceso de páginas dedicadas a divagar. Entiendo las razones de incluirlas, pero hay momentos en que parece que el autor pierda el hilo de la novela y sencillamente, se dedique a filosofar sobre lo humano y lo divino, tocando tantas cosas intangibles, haciendo referencia a tantos temas, que como lector, en algunos momentos me he visto colapsado. Parece que a través de los personajes, estuviera reflexionando sobre sí mismo, pensando y analizando sus propias convicciones y dudas sobre el papel del ser humano, de la sociedad como tal, de que somos y como somos. Un guirigay metafísico que si bien tiene razón de ser y sirve para ir explicando lo que pasa, lo hace de una forma que al menos en mi caso, durante el viaje ha llegado en varios momentos a saturarme y contribuido más a confundir que a revelar, al menos hasta la parte final. No sé si es un exceso de documentación, de un rapto creativo en el que se ha desnudado y se ha descubierto a sí mismo y aquello que le ronda por la cabeza o qué, pero resultaba bastante chocante en relación a la trama y el propio ritmo de la historia.
Entiendo que toda la carga metafísica es imprescindible y se nota que estaba muy implicado emocionalmente, sobre todo en aquellos momentos más trascendentales, donde la profundidad de la revelación que tenemos delante hace que el propio lector, como decía, no pueda evitar replantearse todo lo que creía por sí mismo, tanto en la novela como en el propio mundo real. Las posibilidades que abarca su planteamiento son infinitas. Creo que en cierto modo y salvando las distancias, le ha pasado como a Carlos Sisí con Alma, su último título: que se han implicado tanto, han investigado tanto sobre el tema, han profundizado de tal modo que han acabado buscando ya no fuera, sino dentro de sí mismos, de sus propias experiencias, de su propia conciencia, en un catártico ejercicio de introspección. Y aquí veo exactamente lo mismo, veo a Raúl asomándose al interior de su propia mente, vaciando los bolsillos y poniendo todo lo que ha creído, pensado, dudado, temido y rechazado sobre la mesa. Sus inquietudes, sus obsesiones, sus creencias, todo aquello que nos condiciona, todo lo que damos por hecho y todo lo que nos hace bailar la cabeza desde lo más profundo de nuestro ser, lo ha cogido y se ha dedicado a mezclar, descartar, voltear, rechazar y cuestionarse a sí mismo en cada ocasión. No sé, pero me da la sensación de que en última instancia, esta novela tiene mucho más de filosofía que de ciencia ficción. Y eso, es a la vez su signo más destacable y lo que la hace única, pero al mismo tiempo puede ser un gran hándicap para el lector, que quizá no sea capaz de sintonizar con ello y termine sobrecargado y agotado ante tal exceso.
Como viejo lector suyo, me ha encantado encontrarme con más de un huevo de pascua, referencias muy sutiles, pero evidentes, a otras obras suyas. No pude evitar sonreír cómplice ante esos pequeños descubrimientos.
En general, muy contento de esta lectura. Por lo que supone, por lo arriesgada, por lo honesta consigo misma (aún a su pesar), por lo original y bien atada y por darle una vuelta de tuerca a una temática en la que parece que todo está ya dicho, demostrando que no es así.
Es una de esas obras que hacen que durante muchos días estés dándole vueltas a lo que has leído, buscándole la punta, encontrando nexos, viendo posibilidades y consecuencias, haciéndote bailar la cabeza… Y eso es muy, muy bueno.
El único problema que veo en la novela, es que evidentemente no es para todo el mundo, que no todos sabrán encontrarle el punto a la carga trascendental, metafísica y la verdadera esencia de la novela, del espíritu rompedor, de su propósito final que es recordarnos que hay mucho más de lo que creemos ver, de aquello que creemos entender y aquello que damos por bueno.
Es una obra muy, muy potente y ya digo que solo por lo arriesgada y lo innovadora, vale la pena ponerse con ella.
Interferencias
Raúl Ansola
Editorial: Punto en Boca
ISBN: 9788416307043
Páginas: 326 pág.
PVP: 17,10€
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