Buenas tardes, mis queridos Lectores Ausentes.
Hoy venimos con un hallazgo inesperado, una de esas obras con las que te topas por casualidad y que se descubren como auténticas joyitas que todo el mundo debería conocer. Estoy hablando de Eternos: Hijos Bastardos de Matusalén, de Raúl Atreides y os aseguro que no os dejará indiferentes.
Más allá de que sea una obra de ciencia ficción futurista, resultan inquietantes los paralelismos que encontramos con nuestra propia sociedad y la actual situación tanto económica, política, social y religiosa. Salvando las distancias, varias de las premisas que se exponen en la novela no solo resultan creíbles, sino que directamente nos hacen intuir que sean algo más que una simple posibilidad. Si las cosas no cambian, nuestro presente tiene todos los visos para dirigirse a un futuro que se asemeja de una forma aterradora a lo propuesto por el autor, al menos en ciertos aspectos que ahora comentaremos.
Hijos Bastardos de Matusalén describe una sociedad sucia y distópica en el siglo XXIII.
El mundo ha seguido la dinámica de principios del siglo XXI y el planeta es un desastre ecológico y social. Por un lado, el progresivo deterioro del ecosistema ha forzado a la humanidad a abandonar el campo, marchito y envenenado, y a subsistir en las ciudades principales donde las fábricas de oxígeno mantienen una atmósfera respirable. Fuera de las ciudades, apenas existen granjas, no mucho mejores que campos de trabajo, con cultivos de soja y cultivos de biodiesel, esenciales para el combustible rápido y los sucedáneos alimenticios.
Los gobiernos desparecieron tiempo atrás dejando paso a un estado libertario controlado por las grandes corporaciones multinacionales. Las élites financieras disfrutan de los lujos que quedan en los recintos urbanos cerrados, conocidos comunmente como «Las Torres», complejos cubiertos por cúpulas estancas y donde los ricos viven para siempre, gracias a una droga llamada Suero de Ponce.
El suero es accesible para todos, pero solo está permitido consumirlo previo pago de un impuesto desorbitado. A los consumidores ilegales se les denomina «esquivadores», y son perseguidos y «jubilados» por un grupo especial sancionado por las corporaciones, la Policía de Delitos de Asenescencia, conocida comunmente como «Parcas».
Los menos afortunados pueden optar a la inmortalidad espiritual mediante el volcado de su «alma» en los servidores Vaticanos. La Iglesia Neocatólica es una fuerza mundial tras descubrir, patentar y controlar el sistema de salvado digital de almas. La renovada insitución milenaria con nueva sede en El Escorial dicta la moral de la plebe.
Un mundo oscuro, donde no hay más ley que la que se pueda comprar, ni más moral que la supervivencia. En este mundo agotado, contaminado y oscuro, Germán Guerreiro, un asesino de inmortales, busca el sentido de su vida; Abraham Carras, un sacerdote rebelde y revolucionario, lucha por su propia fe y Lorelei Weng, la hedonista y mimada hija de un magnate se enfrenta a la dura realidad de un mundo cruel. Por sus ojos conoceremos la siniestra realidad del mundo de Hijos Bastardos de Matusalén.
Soy de los que piensan que la grandeza de la ciencia ficción en su vertiente distópica es justamente esa, la de no tener miedo a mostrarnos hasta qué punto se pueden poner mal las cosas. Sobre todo, cuando lo hace de manera creíble, basándose en aquellos aspectos en que la realidad que vivimos hoy parece encaminarse directamente hacia algo terrible que podemos intuir, que nos resulta familiar. Dejando a un lado el apartado tecnológico, los avances científicos y esas facetas en las que solo la imaginación del autor es quien pone límites, es en cómo se refleja la propia sociedad, en qué condiciones se vive, bajo que preceptos culturales, o mejor dicho, éticos y morales nos movemos, lo que de verdad me interesa, En cómo se han transformado, en cómo han cambiado y si esa evolución nos hace más o menos humanos, sea lo que sea lo que signifique eso… En definitiva, la nueva estructura social como civilización en la que nos quiere sumergir el autor y todo lo que ello conlleva..
El Suero, la inmortalidad para los ricos. El Cielo Digital, construido por la propia Iglesia y triste consuelo para los desarrapados. Las Parcas, eliminando a aquellos que no se resignan a seguir las normas impuestas…. Si unimos los tres puntos clave de esta novela, que en mi opinión suponen, al menos por lo que representan y como refleja Raúl, un completo y absoluto cambio de paradigma que cuestiona todo aquello que hemos creído siempre, todo aquello sobre lo que la humanidad se ha fundamentado desde el origen de la especie para avanzar, nos encontramos ante uno de los mejores planteamientos que he leído en mucho tiempo (consistente, elaborado y bien razonado) y que no solo se limita a entretener, sino que nos obliga a reflexionar sobre el tema.
Un estilo ágil y dinámico, unos personajes cuidados, bien construidos y que actúan en consecuencia. Un escenario como digo, alucinante. Y una forma de narrar que aprovecha todos los elementos que tiene al alcance. Entretenida, intensa, oscura y creíble. Momentos en que prima la acción y otros que invitan a la reflexión, en un equilibrio casi perfecto.
Me quedo con ganas de saber más, de continuar mi periplo en este mundo enfermo y decadente, donde no parece haber esperanza para la humanidad, pero en el que aún quedan quienes se niegan a aceptar que nada cambia, que los de arriba siempre se mean en los de abajo, que creen que las cosas se pueden ser distintas, mal les pese, aunque sea solo por seguir respirando, aun ha sabiendas de que ese futuro lo hemos creado entre todos…
Solo puedo recomendaros que os hagáis con ella y luego me digáis que os ha parecido. A mí me ha resultado fascinante.
Eternos (Hijos Bastardos de Matusalén nº 1)
Raúl Atreides
eBook
ASIN: B00R706UAU
Páginas: 499 pág.
PVP: 2,99€