Por Fernando Codina.
Nunca he sido muy partidario de la comedia, y me declaro “odiador oficial” de todas las series americanas e inglesas con risas enlatadas, y de todas las películas en las que el sentido del humor esté basado principalmente en la humillación de los que son distintos, ya sea por su tamaño (no soporto las comedias de gordos), su estado mental (toda la serie de “Resacón en las Vegas” por ejemplo), o incluso su orientación sexual. Por eso, voy muy poco al cine más cómico y comercial… Aunque de vez en cuando, me he llevado grandes, y muy agradables, sorpresas.
Como la película recién estrenada este viernes, “Alibi.com”. El argumento no puede ser más sencillo. Greg, junto con tres amigos, ha creado una compañía llamada “Alibi.com”, con la que crea cualquier coartada, especialmente para maridos infieles o que proyectan serlo, pero también para personalidades del mundo de la música (la que crea para el rapero y la realidad de su vida no puede ser más divertida), y un amplio margen de personalidades (incluso el propio presidente de Francia figura entre sus clientes). Da igual lo que necesites (entradas de cine o de teatro, flores, regalos románticos, reservas de hotel, vamos, cualquier cosa, con tal de mantener viva la llama del engaño. Con Augustin, su socio y amigo de toda la vida, y Medhi, su nuevo y muy peculiar empleado, preparan estratagemas de todo tipo para cubrir a sus clientes. Pero la accidentada aparición de Flo (y de su caniche) una noche en una carretera comarcal, empieza a complicar mucho la vida de Greg. Especialmente porque Flo odia los hombres que mienten (una de sus recientes rupturas fue por hacer trampas al Monopoly), lo que le obliga a crearse desde cero una identidad y profesión alternativa (auxiliar de vuelo), mientras que la relación de pareja va evolucionando. El problema surge cuando es presentado oficialmente en familia: resulta que el padre de Flo es uno de sus clientes, que utiliza sus servicios para pasar un fin de semana con una atractiva cantante, puesto que está cansado de su triste y aburrida esposa… Pero todo se precipita, durante un muy peculiar fin de semana…
Tranquilos, que no voy a contaros más, no hago “spoilers”, pero sí os aseguro que es una de las películas más divertidas que he visto en muchísimo tiempo: no he parado de reírme a carcajadas en la mayor parte de la película, extraño fenómeno compartido con la mayor parte de los espectadores
Vale, es cierto que en ocasiones el sentido del humor es un poco grueso, y que un perro caniche blanco sufre una serie de aparatosos y delirantes incidentes (que recuerdan un poco a los del cánido de “Algo pasa con Mary”). Y que hay una cebra de lo más particular. O una tribu de feriantes con un estricto sentido de la justicia. Tampoco faltan gatos realmente satánicos, ni una impresionante persecución a todo gas por carreteras comarcales que no tiene nada que envidiar a películas de acción.
Como cualquier otra buena comedia digna de ese nombre, hay cambios en la trama, apariciones sorpresa, evolución de los personajes… Mi favorito es Greg, encuentro a Flo un poquito estereotipada en su papel de rubia de bote, pero tiene un par de escenas fantásticas (sobre todo una haciendo de ciervo en ropa interior en medio de la nada). Los gags, a veces, pueden pecar de crueles, pero todo sea por conseguir la risa del espectador, y que se olvide un poco de la grisura y monotonía de su vida… Objetivo que consiguen de manera magistral.
Para los más curiosos, estos son los datos de la película:
Dirección, guión y actor principal: Philippe Lacheu.
Otros actores: Julien Arruti, Elodie Fontan y Tarek Boudali
Duración: 90 minutos (que se hacen muy cortos)
Género: comedia.
Nacionalidad: Francesa.
Risas y sonrisas: Garantizadas.