Por R. G. Wittener
La obra de Marjorie Liu y Sana Takeda llegó a España apenas dos años después de comenzar a publicarse en USA, avalada de forma unánime por la crítica especializada y con el premio Hugo a la mejor novela gráfica de 2017. Aunque yo, que ando bastante desconectado del mundo del cómic (una medida precautoria para no saturar mis ya exhaustas estanterías), no supe de su existencia hasta que leí los piropos que le dedicó una amistad de Facebook. Pero no fue hasta tener un ejemplar en las manos y hojear sus páginas que captó por completo mi atención.
La trama de Monstress gira en torno a Maika Mediolobo, una muchacha empeñada en rellenar los huecos de su oscuro pasado con la esperanza de que eso la ayudará a comprender (y dominar) los terribles poderes que la rodean. Unos poderes que la sitúan en medio del largo conflicto que enfrenta a las tres razas de este universo: los Ancianos, los Humanos y los Arcánicos.
La más antigua y poderosa de las fuerzas en confrontación es la raza de los Ancianos: dioses antropomórficos con rasgos animales cuyos poderes, antaño infinitos, están ahora declinando, y que a los lectores de fantasía clásica puede que les recuerden a la corte élfica de El señor de los anillos. Además, al incumplir las leyes que ellos mismos se impusieron respecto al trato con los humanos, provocaron el problema que subyace en el fondo de la guerra. En el extremo contrario, aquellos que antes eran meros juguetes curiosos y atractivos para los Ancianos, los Humanos, han pasado a ser una fuerza militar temible. Y su rivalidad no deja de ser alentada y mantenida en pie por la terrorífica secta de las Cumaeas y su odio a los Arcánicos. Porque, a la postre, no tardamos en descubrir que este mundo está a las puertas de su conflicto definitivo. El que decidirá la supremacía de un bando sobre todos los demás (a costa del exterminio, probablemente), debido a una cuestión religiosa: la prohibición de que los Ancianos se apareasen con los Humanos. Y es que de esa mezcla surgió la tercera raza en discordia, los Arcánicos; criaturas que suelen mostrar rasgos de animales y que pueden poseer habilidades sobrenaturales. Estos mestizos, ignorados por los Ancianos y despreciados por los Humanos, se acabaron organizando en clanes para sobrevivir a las persecuciones recurrentes que las Cumaeas lanzan contra ellas.
La lectura te absorbe desde el primer momento porque, todo ese resumen previo, se acomete como una misión de descubrimiento. La idiosincrasia de este mundo, las rivalidades entre sus diferentes razas, y las conjuras que se están urdiendo en el seno de cada una de ellas, se van vislumbrando en este primer tomo (recopilación de seis números de la serie), a media que Maika Mediolobo va cruzándose con unos y otros… y huyendo de todos.
Siendo Monstress un comic, no se puede dejar de hablar de su apartado gráfico. Que, por otra parte, resulta espectacular. Sana Takeda despliega su talento con unos paisajes y, sobre todo, un diseño de personajes de un estilo preciosista que, en el ámbito del cómic americano, sólo había visto en Michael Golden, Barry Windsor-Smith y Travis Charest. Un acabado que contribuye a aumentar el impacto en el lector, pues hace aún más brutal el contraste entre el cuidadoso detallado de esos hermosos dibujos y la historia, solo apta para adultos, que se está desarrollando ante nuestros ojos. Y dentro de ese despliegue visual con sabor a manga, me gustaría resaltar el diseño de los elementos vinculados a lo sobrenatural y lo místico, ya que me recordaron a La princesa Mononoke, El castillo en el cielo y Full metal alchemist… de las cuales habría recogido sus aspectos más tenebrosos, en todos los casos.
En definitiva, en las páginas de Monstress nos vamos a encontrar con una fantasía medieval «sucia». Muy sucia. En la que es probable que nos manchemos de sangre si tocamos algo. Dentro de un universo plagado de reminiscencias orientales, en el que conviven y se enfrentan la magia, la alquimia, los demonios y hasta es posible encontrarse con seres que recuerdan a los viejos dioses lovecraftianos. Todo ello con un plantel de personajes que bordean con más frecuencia el grís oscuro que el blanco, en el que predomina (por no decir que lo monopoliza) el sexo femenino. Y por si todo lo anterior no bastase, hay un divertido guiño a la naturaleza de los gatos que, de seguro, hará las delicias de los aficionados a los felinos.
.