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El hijo del Mississippi, de Juan de Dios Garduño

Buenas tardes, mis queridos Lectores Ausentes.

Hoy vamos a hablar de El hijo del Mississippi, de Juan de Dios Garduño, un viejo conocido de esta casa, que con esta novela ha vuelto a demostrar que es un tipo con talento y oficio, con unos grandes referentes literarios que se muestran aquí en todo su esplendor.

ehdm1Estamos en 1840, en el Estados Unidos del salvaje oeste y de los inmensos barcos de vapor que recorren el Mississippi. Jacob sueña con ser capitán de las imponentes embarcaciones, pero su vida se tuerce cuando todavía es muy joven y acaba en la cárcel. Ya libre, la sed de venganza le permite aguantar la pobreza y las desventuras que le persiguen como si fueran su sombra. En Hannibal, su ciudad natal, dejó años atrás a la chica a la que ama y campa a sus anchas el hombre que le encerró sin merecerlo. La vuelta a casa será para Jacob un duelo contra su propio pasado.

Juande es un autor perseverante, de naturaleza curiosa que se niega a quedarse estancado y gusta de experimentar, de aprender, de crecer como creador. Un ejemplo evidente es su incursión en el mundo cinematográfico como guionista, en el que no deja de darnos agradables sorpresas. Ahí está su participación en cortometrajes como Llagas, Behind (de próximo estreno) o Fe, su primer trabajo como director y que anda en sus primeros pasos de producción, por mencionar solo unos pocos de esos proyectos.

Es por esa inquietud natural en el autor por no quedarse encasillado y sobre todo, por ese bagaje lector con el que cuenta, que no nos sorprende en absoluto su incursión en distintos géneros. Desde el terror  hasta el género negro o  el realismo sucio, o como en esta ocasión, homenajeando a los grandes clásicos de la literatura universal y en concreto, al género de aventuras más tradicional y añorado. Los que tenemos una edad nos criamos con aquella maravilla que fueron las novelas ilustradas de Bruguera. Jules Verne, Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Robert Louis Stevenson y por supuesto, Mark Twain.  Ellos nos abrieron las puertas  a este maravilloso hábito que es la lectura, con ellos disfrutamos de inolvidables aventuras y sus obras nos han acompañado toda nuestra vida, forjándonos como lectores y en cierto modo, como personas. Es a este autor,  a Twain, el padre de esos traviesos, libres e inolvidables Tom Sawyer y Huckleberry  Finn, a quien Juande dedica casi en exclusiva esta novela. A su obra y al propio escritor, que Juande no duda en convertir en uno de los personajes.

Juande se propuso no solo homenajear a este autor, sino recuperar las formas de un género que añoramos, su sabor añejo, su carácter, devolviéndonos a aquella época de pantalones cortos y rodillas peladas, a tardes de siesta leyendo en la cama, a juegos en el patio y cabañas en el árbol. Todo ello, respetando al máximo el espíritu que envolvía a aquellas obras. Su calidad narrativa, su capacidad para hacernos soñar.

El hijo del Mississippi provoca añoranza por lugares que solo conocemos a través de nuestras lecturas, pero que nos son propios por derecho.  El rio es casi un personaje más de la historia. La vida en Hannibal  y en toda la ribera del Mississippi nos resulta familiar, reconocible. Es como debería ser o como siempre la hemos imaginado, se ajusta a la perfección con nuestros recuerdos idealizados, con lo que siempre ha sido para nosotros. Lograr esa autenticidad, esa identidad propia, es por sí mismo todo un mérito  y si los personajes se ajustan a ello, si son auténticos hijos del rio, si crecieron caminando en sus orillas, bañándose en sus aguas, como es el caso, solo puedo levantarme y aplaudir.

Me consta la ardua labor de documentación por parte de Juande para que esto sea así. Por ser certero en el contexto histórico, en las descripciones, en la forma de vivir y de pensar de aquella época. Es tal el grado de credibilidad que ofrece, que en ocasiones el lector llega a preguntarse si algunas de las anécdotas fluviales y eventos que se mencionan en el libro son simple ficción o existe una base real tras ellas.

El hijo del Mississippi  es puro entretenimiento, en el mejor sentido de la palabra. Engancha por su historia, enamora por su prosa, nos gana por el corazón.Pero que nadie se llame a engaño. La novela  no es solo aventuras. De hecho, Juande  teje una historia de amor y venganza, donde abundan la tragedia,  la violencia y los episodios oscuros.  El sueño de un hombre que lo ha perdido todo. El amor de su vida, su oportunidad por alcanzar sus metas, sus años de juventud y su libertad, y que llegado el momento, se encuentra en posición de ajustar cuentas, de probarse a sí mismo  y cumplir con su destino. Un destino forjado a base de errores,  golpes y caídas en desgracia, rodeado de miseria, barro y miedo, de aventuras imposibles y deudas pendientes. Esa mezcla de elementos que la acerca  al género dramático, a los que además añade un pequeño toque de western,  es  la base argumental sobre la que Garduño mueve a sus personajes y donde se construye realmente la historia. Me ha encantado el enfoque que le ha dado y como es obvio, la ambientación elegida.

Aunque debo decir que hay algo que no me ha terminado de convencer, pese a que eso no signifique que mi parecer devalúe  la novela. Se trata en todo caso de una apreciación personal que no es la primera vez que hago pública reseñando algo de Juande. Me refiero  al detalle, parece que inevitable por parte del autor, de incluir en sus obras ese elemento fantástico,  esa intervención de lo sobrenatural, que en mi opinión, resultaba totalmente innecesaria.

ehdm2Como ya sucedió en El camino de baldosas amarillas, considero que la historia que nos narra cuenta con suficiente fuerza por sí misma para necesitar de esos añadidos, de esos elementos de género fantástico, que si bien no eclipsan el resto de la trama, en mi caso si me parecen superfluos en comparación con la profundidad, riqueza y cualidades  del resto de la historia y no aportan nada relevante. Funcionaba a la perfección como novela de aventuras. No entiendo la necesidad ni en que pueden contribuir esos episodios al conjunto, salvo que el autor quiera también con ellos homenajear a otro tipo de clásicos por los cuales también siente devoción. En todo caso, no molesta, pero reconozco que cuando he llegado a ese punto, me ha sacado un poco de la historia, al pasar de algo realista a pura ficción fantástica. Me gustaría leer algo suyo sin acercarse al género, centrándose en lo que nos cuenta y sin la intromisión de esa clase de elementos, que en otro contexto y circunstancias, sabéis que adoro de manera incondicional.

Dejando eso a un lado, me encanta cuando un escritor deja su obra sembrada de huevos de pascua, de referencias que solo el lector  más avispado o conocedor del autor y sus gustos y amistades, es capaz de descubrir. La novela está plagada de ellos y han provocado más de una sonrisa por mi parte.

En definitiva, una gran obra que considero imprescindible para aquellos que aman la literatura, que sienten amor y respeto por los grandes clásicos populares, que disfrutan de una gran aventura y sepan valorar cuando un autor hace los deberes. Un homenaje maravilloso y una historia que no olvidaréis.

Mención especial a Stella Maris por apostar por esta obra y por su especial cuidado con su presentación y resto de detalles que la hacen una verdadera maravilla. Y por supuesto a  Iván Ruso, por una ilustración de portada que además de ser una preciosidad, refleja a la perfección la esencia de la novela y recupera  el espíritu original de estas obras.

 

El hijo del Mississippi

Juan de Dios Garduño

Editorial. Stella Maris

ISBN: 978-84-16541-56-0

Páginas: 365 pág.

PVP: 19,00€

http://www.editorialstellamaris.com/titulos/hijo-del-mississippi/