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Cuentos entre el sueño y la vigila, de Mar Goizueta

Por Soraya Murillo.

Son dos cuentos muy cortos del universo «Reina en el mundo de las pesadillas” escritos por la misma autora y premiado por Amaltea. Fue reseñado por mí en este MISMO blog.

En ambos relatos aparecen protagonistas del anterior libro, sin que por ello se desvele nada de la trama, ya que son de lectura independiente. Contiene unas hermosas ilustraciones en blanco y negro de AnHer.

La autora nos dice que esta clase de historias parecen seres vivos que van desarrollándose, haciendo su camino. Las de este libro son un ejemplo, sus ramas rebasan sus cubiertas y entran en nuestra propia vida. A medida que los personajes se desarrollan, sus deseos o decisiones dan alas para que otras historias puedan tomar el vuelo. Mar, con su bella prosa, crea un efecto mariposa, donde un pensamiento dará lugar a toda una trama. Es una maravillosa forma de introducir mundos dentro de mundos.

Estoy convencida de que sus cuentos son hermosos porque ella cree en ellos. Los narra con un lenguaje de ensueño, dando la sensación de que ella misma está en ese lugar, dejándonos la esencia y el temor del otro lado. En verdad, cuando veo una imagen suya por las redes creo ver a una mujer que se niega a abandonar ese otro mundo que, como diría el escritor Lord Dunsay, “se encuentra más allá de los campos que conocemos”. Lleva la sabiduría, la tranquilidad y la paz de esos lugares que nosotros sólo conocemos por los libros, por eso estoy segura que pocas escritoras pueden narrar como lo hace ella.

El primer cuento se titula “El nacimiento de un hombre en el mar”. Nos habla de ese mar que a su manera, rinde un homenaje a un recién nacido. Pues desde siempre es sabido que el mar reconoce a los suyos.

Su segundo cuento se titula “ El último viaje”. La nieve y el miedo en un lugar invisible para los ojos humanos, donde viven unos personajes que nos enseñan el mayor sacrificio que puede hacerse por amor.

Os animo a leer la novela y estos cuentos porque ambos son sencillamente hermosos y necesitamos de la fantasía de esta escritora, su imaginación, sus bellas palabras, para evitar que sucumbamos ante tanta realidad.

Reina en el mundo de las pesadillas, de Mar Goizueta.

Por Soraya Murillo.

«Creed que Pasífae se unió al toro de Creta:

Lo hemos visto, se confirmó la leyenda.

No se extrañe, César, la secular antigüedad:

Lo que proclama la fama, te lo muestra la arena»

Marcial. Libro de los espectáculos, epigrama 6

Cada cultura puede tener ideas distintas sobre los sueños. Por ejemplo, en un poblado de la India está prohibido pintarle la cara a una persona mientras duerme, porque piensan que cuando su alma regrese del lugar a donde viajó, no reconocerá el cuerpo y permanecerá perdida en el mundo de los sueños para siempre. Los romanos y griegos, en cambio, que son la base de nuestra cultura, así como de la percepción intelectual que tenemos del espectro onírico, no creían en desunión de alma y cuerpo durante el sueño. Vemos, por lo tanto, que el fenómeno del sueño ha dado pie a innumerables creencias y corrientes filosóficas. Actualmente, sabemos que son producto de nuestra corteza cerebral, de nuestra mente, del quién y el qué.

Nuestra historia comienza con una niña capaz de viajar ese lugar “interior” donde toman forma las pesadillas; el hogar de los monstruos que llevamos dentro. Cuando una de estas creaciones la siguió en su viaje de regreso, aprendió a entrar en nuestra realidad y dejó el umbral abierto. Toda una horda de estas criaturas aprovechó la brecha entre ambos mundos, criaturas capaces de hacernos caer en la locura con su aspecto.

Os preguntaréis si esto es todo. No, jamás comentaría un libro si fuese así de simple. Ahora es cuando empiezo. La autora nos ofrece un mundo real y onírico a la vez, rozando estados febriles. Nos adentra capítulo a capítulo en tiempos en que los hombres adoraban a sus dioses. Cuando las sacerdotisas se entregaban a antiguas celebraciones en las que el Rey Toro lamía con una lengua áspera los jugos que drenaban sus cuerpos llenos de placer, dando pie a la orgía de los presentes. Regresaremos a la isla de Santorín en sus últimos momentos, poco antes de que el estallido de un volcán la hiciese desaparecer del mapa y dejase una enorme caldera (algunos sitúan ahí la famosa Atlántida). Con un lenguaje suave y tranquilo, que te permite deleitarte con cada palabra y elemento de la obra, llegaremos a saber que la niña del principio del relato creció y ahora es una mujer; es una durmiente que viaja al «mundo delirante», al igual que un hombre llamado Dolor. Mientras tanto, en un hotel ha sido encontrada una pareja en estado comatoso. Ángel cuidará de ellos en la planta especial de un hospital al que han sido trasladados. También, conoceremos a una cantante con el poder de tejer destinos con sus canciones. Todas las almas están destinadas a encontrarse. Y esto es sólo el principio: bares llenos de espíritus, diosas que olvidaron lo que una vez fueron, una estirpe de brujas con el deseo de recomponer el equilibrio roto entre los mundos de la realidad y los sueños; monstruos nacidos de la tristeza del durmiente, sueños dentro de sueños, donde la Muerte hace sonar sus huesos mientras Vida, su hermana, patea la tierra y hace crecer hermosas flores.

Leyendas ya olvidadas por la memoria humana; personajes entrelazados, importantes para la resolución de la historia. Niñas valientes, mujeres valientes, hombres tristes, hombres buscando un amor perdido… Leer algo como esto, tan bellamente escrito además, es una oportunidad que pocas veces llega a nuestras manos, un raro placer. El prólogo del libro tenía razón, la originalidad está sobrevalorada…

Como dijo una vez otro monstruo: «He cruzado océanos de tiempo para encontrarte».

Ahora os tocará a vosotros cruzar ese océano y adentraros en una novela que sólo puedo aplaudir.

https://www.edicionesvernacci.com/producto/reina-en-el-mundo-de-las-pesadillas/

CINE: MAZINGER Z INFINITY (o de como volver a ser una niña a los mandos de un robot gigante)

Por Mar Goizueta.

La infancia de los niños de los años 70 y 80 fue un territorio de tiempo indefinido y de mentes nuevas casi fundidas en una mente común. No importa si éramos demasiado pequeños para ver con plena consciencia una serie cuando se emitió, o si en realidad fueron los amigos o hermanos o primos mayores los que la disfrutaron en su plenitud. Si unos la vieron, los otros también. Además, la impronta de todo lo que ocurría en esos mundos pequeños, era casi eterna y se prolongaba en juguetes, papel, cintas de vídeo o juegos improvisados, como ocurrió con la serie nacida de la imaginación del dibujante japonés Go Nagai. Por eso, todos los niños fuimos Koji Kabuto a los mandos de Mazinger Z o Sayaka Yumi gritando ¡Pechos fuera! desde el interior de Afrodita A, la compañera de Mazinger durante una buena parte de los capítulos de la serie. Y aquí es necesaria una aclaración: hay quien dice que jamás lo gritó, pero lo hizo en al menos una ocasión ―tengo pruebas―, suficiente para marcarse a fuego en miles de cerebros ávidos de expresiones divertidas.

Desde su primera emisión ―en Japón en 1972, a España no llegó hasta 1978― Mazinger Z se quedó para siempre como parte de la mitología de varias generaciones ―a pesar de que aquí ni se emitió entera la primera vez ni se volvió a emitir hasta los 90―, consolidó el género mecha y ha servido de inspiración a obras muy posteriores como Pacific Rim, de Guillermo del Toro.

Y muchos años después, la niña que fui y sigo siendo pudo disfrutar ―con los ojos como platos durante 95 minutos― una nueva aventura del robot más impresionante que ha habido. Hay que agradecerle a su director, Junji Shimizu, el que haya respetado nuestros recuerdos creando un episodio más ―con principio y fin― de nuestra querida serie pero para la pantalla grande, con todas las ventajas que ello conlleva en cuanto a medios visuales y posibilidades de profundizar en historia y personajes y que lo haya hecho sin haber roto la magia de la animación empleando técnicas que habrían roto el espíritu original. Exceptuando los paisajes, más realistas, el resto sigue siendo como siempre y eso, al menos para mí, es maravilloso.

La mezcla de tradición y tecnología propia de la cultura japonesa y la modernidad de la serie original ya dotaban a la ambientación de cierta atemporalidad visual que hace que incluso ahora no se vea en exceso desfasada, lo que ayuda a ver la película como algo casi actual, aunque transcurre diez años después del último capítulo. Tras la derrota del Doctor Infierno, ha habido diez años de paz mundial durante los cuales la energía fotónica ha adquirido una importancia enorme, con el Instituto de Investigaciones Fotónicas, dirigido ahora por Sayaka como principal representante. El héroe de guerra Koji Kabuto ha dejado de ser piloto para dedicarse, como su padre y su abuelo, a la investigación y ahora es un brillante científico.

La aparición de una gigantesca estructura en el interior del Monte Fuji, un punto clave en la gestión de la energía fotónica, rompe la utópica situación del mundo, dando comienzo a una aventura en la que Koji Kabuto con el apoyo de un misterioso personaje se enfrentará a su propio interior y a una difícil decisión que le pondrá en la frontera entre el bien y el mal.

En la película nos reencontramos también con Tetsuya y Jun, que siguen en el ejército como pilotos y con otros personajes muy queridos por los seguidores de la serie, que tendrán tanta importancia en la película como la tuvieron antaño, así como con los imprescindibles malvados:  el Conde Broken, el Barón Ashura y el Doctor Infierno.

Si queréis saber sí es una película sólo para fans de la serie, os diré que no, ni siquiera es imprescindible haberla visto para sumergirse en ella desde el primer momento. Sin embargo, al mismo tiempo, la cinta de la productora Toei Animation nos ofrece a los mitómanos y nostálgicos lo que demandamos y, además, lo adorna y mejora con unas tramas más profundas, con personajes más introspectivos ―siempre en lucha consigo mismos y con sus relaciones interpersonales― prisioneros de unas circunstancias mentales y laborales que influyen en su carácter y trayectoria vital, inmersos en una historia en la que el bien y el mal están algo más matizados que en la serie y no del todo en función de las veleidades humanas. Las luchas, punto muy importante en este género, cautivarán también a cualquier aficionado antiguo y moderno, tocando nuestros corazones con todos los recursos que conocíamos y algunos nuevos, con un mayor dinamismo, pero con la misma esencia. Una gozada que se redondea con una B.S.O que es puro disfrute, compuesta por Toshiyuki Watanabe, hijo de Michiaki Watanabe, el creador de la B.S.O de la serie.

Como todas las cosas buenas, la película tiene una pega que tengo que mencionar: a pesar de que las mujeres tienen un peso importante en la historia, sigue habiendo algunos detalles demasiado machistas que no puedo pasar por alto, que si bien son típicos de las producciones manga japonesas, me parece que carecen de sentido y buen gusto en estos tiempos. Pero no os asustéis, chicas, no es, ni mucho menos, como para no ir al cine.

En definitiva, si sois aficionados al manga, os gustará y si habéis visto la serie de Mazinger Z también os emocionará. Vedla.