Buenas tardes, mis queridos Lectores Ausentes.
Hoy venimos con La República Pneumática, de J. Valor Montero, una novela a la que le tenía muchas ganas por lo bien que me habían hablado de ella y lo cierto es que con razón.
Máquinas de vapor y zepelines en la antigua Roma. ¿Se os ocurre una premisa mejor? J Valor Montero nos sumerge en una ucronía steampunk que por disparatada que nos pueda parecer, de hecho podría haber sido una realidad gracias al descubrimiento de la máquina de vapor por parte de Herón de Alexandría. Lamentablemente, su invento pasó sin pena ni gloria en aquel momento y no se supo o quiso tomar en cuenta todo lo que se podría haber logrado con ello. El autor parte de esta anécdota histórica para plantearnos una realidad alternativa en la que Roma no solo supo aprovechar el invento, sino que convirtió esa revolución industrial en guía y estandarte, la misma esencia del imperio.
Pese que la obra tiene un marcado tono juvenil y aventurero, en realidad La república pneumática nos narra el viaje iniciático de su protagonista, el joven Marcus Novus, un muchacho inconformista, curioso y soñador que se verá obligado a madurar a base de golpes y tropiezos. El viaje que Marcus emprende desde Caesar Augusta hasta Barcino Magna será el detonante, el punto de inflexión que le obligue a salir de su zona de confort, de renunciar a la vida que conocía y forzándole a dejar la infancia atrás. Aquí, con el primer paso dado abandonando el hogar, empieza su propia travesía interior, el descubrimiento de quien es, que se espera de él y cuál es su lugar en el mundo. El camino del héroe, mil veces visto, se repite aquí de nuevo disfrazado de novela de aventuras, en un escenario espectacular y maravilloso.
El autor bebe de muchas fuentes, todas ellas importantes referencias que ya forman parte del imaginario colectivo, tanto tradicional como moderno, y resulta un placer captar todos los guiños y homenajes que uno encuentra a lo largo de la lectura. Desde Jiang, esa anciana enigmática y testaruda que uno no puede evitar identificar como una mezcla entre el maestro Yoda y el señor Miyagi, a la banda de ladrones y pilluelos que recuerdan a los de Oliver Twist o a Los Niños Perdidos de Nunca Jamás, con más mala leche y versión El Señor de las Moscas, o incluso al propio protagonista, quien después de iniciarse en El Baile de la Serpiente, nos trae a la memoria la frustración primero y lo aprendido después, de Daniel San en Karate Kid…
La historia, como digo, no destaca por su originalidad, pero aprovecha bien todos esos conceptos, todo el simbolismo, para embarcarnos en una aventura muy, muy entretenida. Un ritmo ágil, fluido, que hace cómplice al lector de todo lo que le sucede al protagonista. El estilo del autor, directo, sabiendo mantener la tensión cuando eso es lo que requiere la trama y aportándole dinamismo, pero sin atropellos ni prisas innecesarias, aflojando cuando es menester para darnos un respiro o simplemente, dejar que nos maravillemos ante lo que nos rodea: La propia ciudad, con sus prodigios y sus miserias.
Barcino Magna queda retratada de un modo insuperable. Uno puede deleitarse con su tecnología, con su fuerza, con sus logros y como no, comprender que hay siempre otra cara en la moneda, el precio a pagar por ello, con la pobreza, la contaminación y la oscuridad.
Las descripciones de la ciudad, de sus calles, de sus edificios, de las zonas florecientes y de los barrios bajos resultan fascinantes. Uno se siente transportado allí, correteando por sus callejones, saltando sobre sus tejados, descubriendo cada rincón por explorar.
Una ciudad viva, con alma, rica y ampulosa, pero que también puede llegar a ser muy cruel. Pide tributo y tras esa apariencia de prosperidad, uno descubre que supone mantenerla. Esclavitud, pobreza, odio a lo extranjero, intrigas políticas y aires de guerra, que son caldo de cultivo para la revuelta social. Las comparaciones son odiosas, pero hay tantos paralelismos entre esa Barcelona Romana imaginada y nuestra actualidad, que uno no puede evitar sonreír con desgana y pensar que pese a la historia cambie en tantos sentidos, al final hay cosas que siempre siguen igual, sea en la época que sea. Y que mientras unos nadan en la abundancia, el resto sigue intentando sobrevivir con las migajas, cada día más cabreado y sin esperanza de que nada vaya a mejorar.
Resumiendo, La República Pneumática es una novela divertida, puro entretenimiento, que aunque no sea un alarde de originalidad en cuanto a su trama, si lo es en lo que refiere al escenario elegido y como nos es narrada. Y que tras ese tono juvenil que el autor ha elegido, uno encuentra varias cositas subyacentes e intencionadas que le aportan un peso inesperado que se agradece.
Yo he disfrutado mucho con ella. Me ha encantado encontrarme con sus personajes, tan especiales y con los que resulta imposible no simpatizar por recordarnos a quien nos recuerdan, y me he enganchado cosa mala con la historia. Pero sobre todo, enamorado de esa Barcelona que me hubiera encantado conocer.
Queda esperar si el autor se decide a continuar con las aventuras de Marcus, Verus, Iulia y Megistos . Yo espero que si…
La República Pneumática
J. Valor Montero
Editorial: Fantascy
ISBN: 9788415831495
Páginas: 464 pág.
PVP: 17,90€
http://www.fantascy.com/libro/la-republica-pneumatica/