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Desesperación, de Daniel Aragonés (Novela mínima)

«Vamos a meterle mano a esta cosa, a ver si me espabila ni que sea a bofetadas, que me han dicho que esto es mierda de la buena, de la que no te deja indiferente, de la que te golpea en el hígado y te patea la entrepierna con tan solo 65 páginas de mala hostia disfrazada de ciencia ficción». Estas fueron mis plabras. No me equivocaba en absoluto.

Cuando Daniel presentó su nuevo proyecto de literatura breve, en esa curiosa alianza llamada Tres Clavos y formada junto a Francisco Santos Muñoz y Javier Cabezuelo, supe de inmediato que me iba a hacer con su pieza, ya que es un autor con el que me encuentro en sintonía y reflejado con su estilo directo, transgresor, tan cuidado y bello como crudo y sin tapujos.

Una distopía aterradora en su aséptica, calculada y enloquecedora perfección. Una máquina de producción en cadena y sistema de castas, donde todas y cada una de sus piezas y engranajes deben estar en su sitio, cumpliendo su función, sin lugar a la duda, la vacilación, emociones o sentir. Y Dani, el elemento divergente, el disrruptor, no por sentido del deber, no por heroicidad, no por valores ni por la libertad. Solo la rabia, el asco, el hastío, el querer ver el mundo arder para sentirse de ese modo humano de nuevo, pues esa es la verdadera naturaleza del hombre, y el arte y la creatividad sus armas más poderosas y destructivas. El odío como fuerza motriz, como generadora del cambio, como escape a la locura o como una muestra de ella.

Psicología, mitología y metafísica se dan la mano en este nuevo renacer tras el apocalipsis, en una suerte de falso maniqueismo inevitable. No hay bien ni mal, son constructos. Lo que vemos es al Logos frente al Pathos. Cerebro y corazón. Impulso y razón.

Una jodida delicia, breve, dura, intensa y sangrienta. La necesitáis, creedme. Estáis vivos, demostradlo y vivid.

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MATRIX RESURRECTIONS, de Lana Wachowski

Bueno, pues ayer fui a ver Matrix Resurrecctions y todavía ando procesando lo que ví. 

Película extraña, que me ha dejado con sentimientos muy encontrados, que arranca con un planteamiento y algunas ideas geniales, pero que no le termina de sacar provecho a esas premisas que tan bien estaban funcionando y se ve lastrada con varias situaciones que me han chirriado por su falta de coherencia interna y para con la propia saga, llegando a la mitad del film con un punto de inflexión que hace que casi se perciba como dos películas distintas, la primera mucho más interesante que la segunda, aunque eso no significa que esta última sea mala en absoluto.

La primera mitad es un ejercicio de metanarrativa, autoconsciencia, fan service, rotura de la cuarta pared y autocrítica increíble y maravilloso, ácido y muy inteligente, que te hace sonreír cómplice y que de alguna manera me ha hecho recordar los compases iniciales de Alan Wake, un videojuego que curiosamente juega con los mismos conceptos sobre el creador esclavo de su creación, el autor convertido en protagonista de su propia ficción y ésta confundiéndose con la realidad hasta hacer ambas indistinguibles, pero en este caso con otras intenciones y muy mala baba.

En el lado contrario, la segunda adolece de varios WTF?, cosas que pasan porque patatas y porque «el guión es mío y me lo fucko como quiero», metidas con calzador y a la fuerza, sin venir a cuento y sin más explicación, pero ya llegaremos a eso 

El lavado de cara le sienta muy bien y sabe cómo acercarse a los nuevos tiempos, a la época actual, poniendo en evidencia que el problema quizá somos nosotros, el público que disfrutó en su momento de la saga original, que no aceptamos que todo ha cambiado mucho desde entonces, tanto allí como aquí. Hay una y mil formas nuevas de ver el mundo, de pensamiento global, de entender cómo son las cosas a día de hoy. Smartphones como objeto de culto en el nuevo credo, eje central del ocio y vía de escape de unas vidas grises y aburrida. Conexión 24/7 a redes sociales, fenómenos virales, creadores de contenido y de tendencias.  Influencers convertidos en las nuevas star systems, la elección de identificarnos más con nuestro yo virtual que con el natural. La post-verdad, el populismo, el activismo de salón, el retroceso en derechos sociales, nuestra actitud resignada…  Y sobre todo, la toma de conciencia de que la realidad no es binaria, que no se puede reducir todo a unos y ceros, a blanco o negro, cuando existe un infinito número de grises y matices. La sociedad es distinta y nosotros, en algunos aspectos, no avanzamos, seguimos anclados en el pasado, en el recuerdo . ¿No os resulta paradójico el que de algún modo, seamos tan esclavos como los conectados a Matrix y nos comportemos justo como lo que critica el film? Acomodados en nuestra zona de confort, viviendo en nuestra burbuja particular y  sin salir de nuestra cámara de eco, cerrándonos a cualquier cambio, a todo lo que se salga de nuestras ideas preconcebidas, de nuestros patrones mentales y preferencias. Ya no queremos cambiar. No queremos luchar. No queremos ser libres. Pero sí que nos encanta decirle al otro como debe hacer las cosas, como debe pensar, cómo debe actuar y en que tiene que creer. Todo desde la comodidad de nuestro sofá, por supuesto. Lana Wachowski ha estado deliciosamente certera y malintencionada ahí, pues es evidente que sabía a lo que jugaba, lo que iba a suceder y se anticipa a la crítica feroz y cruel, al haterismo de los fans radicales o de los simples odiadores vocacionales, riéndose de ellos y de que se tomen tan a pecho una obra de ficción, que no deja de ser eso,  su obra,  y  decide que si alguien va a ponerla a parir, será «por lo que yo diga y haciéndolo yo antes«. El toque de comedia y autoparodia no es algo que me entusiasme ni de lejos, pero no tiene realmente ese tono en la medida en que se le está criticando. Al contrario, lo hace de forma provocativa y cargadita de intenciones, pero puntual, irónica y mordaz. Está bien llevada y se aprecia el talento para encontrar ese difícil equilibrio y no caer justo en lo que se la acusa. Le aplaudo el valor, el saber hacer y la capacidad de prever lo que iba a suceder y la forma en que se lo toma de forma anticipada, criticándose a sí misma, al proyecto y a lo que ocurre con los productos cuando se trata de exprimirlos al máximo para sacar mayores beneficios. Antes, el sistema (el real y la propia Matrix), erradicaba cualquier amago de resistencia de tres formas distintas: Aplastando con violencia a los disidentes, castigando a quien promoviera sus ideas y demonizando su causa, manipulando los hechos para convertirlos en el ENEMIGO. Eso ha cambiado y ahora se utilizan dos fórmulas mil veces más efectivas y ventajosas, que son ridiculizando la causa y sus defensores, convirtiéndolos en circo y esperpento  o bien, haciendo de ella un lucrativo negocio. ¿Veis lo irónico que resulta todo, realidad y ficción, nuestro mundo y Matrix, arte y negocio? No hay diferencia.

En contra, las escenas de acción me han resultado bastante anodinas. No existe el efecto sorpresa ni nada  innovador. No hay ningún momento de aquellos en los que uno exclama «WOW!«, salvo quizás en la parte final con lo que ocurre por las calles de la ciudad y una escena en concreto, donde la pareja protagonista parece sumergirse en una marea de uniformes policiales y lucha contra la corriente, que sí me ha parecido magnífica. Neo, cuando no anda al borde de la desesperación, la crisis nerviosa y las tendencias suicidas, es John Wick en un día de bajona. No hay diferencias con el asesino Baba Yaga, salvo por dos cosas: Neo crea escudos de energía, y  ahí va un pequeñísimo SPOILER que solo es un detallito nimio que no revienta nada relevante, pero que sí me ha resultado curioso: Neo no usa ni toca un arma de fuego en toda la peli, que yo recuerde. 

Echo en falta el carisma de Hugo Weaving y no termino de comprender las verdaderas motivaciones del nuevo agente Smith. Compro la actualización de Morfeo, aunque en algún momento resulta cargante ese tono desenfadado que le han dado, en contrapunto al papel de mentor que tenía el original. El papel de Trinity es insuperable y está magnífica. La nueva tripulación está correcta, sin más, no hay gran cosa que destacar. El relevo del Arquitecto, es un villano cabrón y poderoso, pero también bastante imbécil para ser una máquina.

Me ha sobrado la escena final del film. Son tan solo unos cinco minutos de peli, pero ahí es donde  justamente encuentro las mayores pegas. Será mi espíritu minimalista, o simplemente es que me hago viejo, pero yo hubiera terminado justo en la escena anterior. Es cuestión de amar y creer. Porque a eso se resume la historia. Todo lo que sucede en Resurrections va sobre ello, sobre el amor y sobre creer. Cuando uno da un salto de fe, no se necesitan más explicaciones. Solo creer. Saltar y cerrar los ojos, fundido a negro y la voz de Trinity diciendo tu nombre. 

Hay decisiones ahí que no entiendo, ni me agradan, pero que supongo que responden a alguna razón que se me escapa, ya que dudo que nada esté dejado al azar. Aquí sí hubiera agradecido una explicación, que a buen seguro, me haría más fácil el aceptar lo que me propone, en lugar de que algo que no tiene ninguna lógica interna me sacuda en los morros de manera gratuita.

Como véis, muchas cosas negativas que señalar y algunas bastante gordas de las que no puedo hablar por no hacer spoilers. Pero aún así, con todos sus fallos, errores y malas decisiones según mi criterio de mierda en crítica cinematográfica de andar por casa, pues me ha gustado. Me ha gustado MUCHO. No es la peli que imaginé. No es la Matrix que todos esperábamos. ¿Se han cumplido cábalas y expectativas? No. ¿Es la peli que quería? Tampoco. ¿Eso la hace una mala película? Para nada. Es rara, diferenciada del resto de la saga, pero es una buena peli. De hecho, una MUY buena peli.

He crecido escuchando que Matrix Reloaded y Revolutions eran auténtica bazofia, cuando a mi me parecen unas películas a la altura, estupendas y rompedoras y de hecho, la trilogía se convirtió en mi saga favorita de ciencia ficción. También escuché lo mismo de Jonh Carter, de Andrew Stanton, y la considero un film de aventuras sword & planet cojonudo. Y lo mismo ocurrió con Sucker Punch, de Snyder, que siempre defenderé a capa y espada, por que es sencillamente una jodida obra de arte en mayúsculas, mal les pese a quienes no entendieron una puta mierda la alegoría, y que únicamente adolece de la falta de valor por parte del director, quién no tuvo gónadas a la hora de llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos visuales en forma de baile. Así que si queréis un consejo que nadie ha pedido, id a verla. Olvidaos de las críticas, incluida ésta.  Con la mente abierta, sin prejuicios. Sin expectativas ni ideas preconcebidas. No esperéis nada. Dejaos llevar, entrad en el juego, disfrutad del momento y la experiencia, y no os quedéis anclados en el ayer ni siendo esclavos de vuestras propias ideas. No olvidéis el pasado, pero no dejéis que condicione vuestro presente y futuro.

Hazte un favor. Libera tu mente. Elige la pastilla roja.

Sucker Punch, de Zack Snyder (2011)

Pues resulta que servidor está en plan de revisitar algunas joyitas que a mi entender, fueron injustamente maltratadas. Películas que son buenas y molan mogollón, por mucho que algunos os emperreis en decir lo contrario.

A esta maravilla que es Sucker Punch, a pesar de la hostia que se pegó en taquilla, lo único que le pesa (y admito que no es poco) es que Snyder no se atreviese a llamar las cosas por su nombre (supongo que por temas de productora y clasificación de edades) y la gente no entendiese ni aceptase las metáforas propuestas ni el eufemismo de baile=prostitución/abuso. Le faltaron agallas y honestidad en ese sentido, el atreverse a decir y mostrar las cosas como son, sin subterfugios.

Porque seamos sinceros. Como bien apuntaba en facebook Diego García, hablando sobre el tema, si dejamos a un lado las macarradas, de lo que habla la peli es de unos temas tan duros como son el abuso (en todas su facetas) y la enfermedad mental, convirtiéndose así en una película disfrazada de evasión videoclipera que esconde un análisis más profundo, al que ni siquiera hace falta llegar para disfrutarla. Te puedes quedar en la superficie y no pasa nada.

Estamos ante una cinta que da justo lo que prometía, tal cual. Si fuiste a verla, sabías a lo que ibas. Efectos de la leche, hostias como panes, chicas guapas y supersexys, acción, katanas, dragones, robots, samuráis y nazis. ¡Una jodida fantasía! ¿Que más quieres?

El teatro de los prodigios, de Ramón Merino Collado

Por Soraya Murillo.

¿Cuál es la realidad? Aquí encontrareis una fiesta literaria de lo macabro, lo extraño y lo inusual. Te preguntarás en qué momento se traspasó esa fina línea que hay en el otro lado. El autor inclina la realidad y el tiempo, retorciéndolas en sus propias creaciones. No estáis ante una antología como tantas otras, aquí hay una calidad incuestionable, una prosa cultivada que busca y consigue diferenciarse de otros autores. No imita, no busca, no intenta… es él, y su imaginación. Todas estas historias os afectarán profundamente por ese motivo, por ser especiales. Vuestro subconsciente, al igual que hizo el mío, retendrá estos magníficos relatos, porque Ramón Merino, no sé de qué manera, logra introducirnos estos cuentos en nuestro ADN, logrando incluso una vez cerrado el libro, que sus historias nos visiten en los sueños o pesadillas…

No es una antología para esos lectores que se entregan sólo superficialmente al mundo de la lectura, en busca de llenar su momento de ocio. Estos relatos son para los aficionados al verdadero miedo. Nuestro autor se permitirá jugar en muchas ocasiones con el tiempo y el espacio, dominando en todo momento su narración. Seréis vosotros los que deberéis adaptaros a los asombros creados por su mente. Historias dentro de otras historias, sueños dentro de sueños.

Fantasmas que ni siquiera saben que lo son; un detective privado intentando resolver un caso sin saber que el mayor misterio es él mismo. Libros que se abren para salvar librerías antiguas; una historia de ciencia ficción del año 3034 d.C. que nos deja una gran pregunta: ¿Y si toda la vida humana fuese una gran mentira? Relatos que nos advierten de no ser leídos… Lo sé, yo también me sonreí ante ese detalle, buena forma de hacer que lo leamos. Pero, ¿y si os dijera yo, como lectora, que en verdad no lo leías? Nunca hacemos caso a los escritores. Nunca…

Y más y más cortos que os llevarán a un espectáculo inconcebible. Tal vez algunos penséis que se pasa de descriptivo, pero a mí es que me gusta mucho cuando el autor crea un ambiente lleno de detalles. El libro dice que en sí es una ventana a nuestros sueños, una mirada penetrante a las inquietudes humanas… Y no puedo hacer otra cosa que darle la razón. ¿Dónde van los libros que no son leídos? No lo sé, pero me alegro que este llegara a mis manos.

¿Cuál es la realidad? La realidad es que después de leer estas historias vais a responder a esa pregunta con otra pregunta. Ya veréis como sí, ya lo veréis…

Lo recomiendo sí o sí.

https://www.casadellibro.com/libro-el-teatro-de-los-prodigios/9788415156475/2006490

Nightflyers, de George R. R. Martin

Buenas noches, mis queridos Lectores Ausentes.

Hoy venimos con Nightflyers, la novela corta de George R. R. Martin, publicada por Gigamesh en una edición ilustrada y en tapa dura que es una pequeña joyita, y en la que se basa la nueva serie de Netflix con el mismo nombre.

He tardado un poco en subir esta reseña justo por ese motivo: Una vez terminada la lectura, quise ponerme con la serie para poder comparar, comprobar que nivel de rigor había en la adaptación y ver como una novela tan corta y que va a lo que va, podía dar de si toda una puñetera temporada de diez episodios y a saber. El resultado, os lo podéis imaginar… La serie, comparada con el libro, es un mojón, tal cuál y sin medias tintas.

No, no soy un hater ni hablo sin argumentar. La cosa es bien simple: La novela da para lo que da. Partiendo del argumento original, los personajes que aparecen en el texto y lo que sucede, el resto de las tramas en la adaptación audiovisual es puro relleno, añadidos que no aportan más que paja y que en cierto modo, llegan a desvirtuar el propio espíritu de la novela, convirtiendo una historia donde el minimalismo escénico, la sensación de abandono y soledad y la claustrofóbia que acecha a los pocos personajes, acaban convertidos en un concurrido carnaval sin chicha ni limoná.

Dejando a un lado la dichosa adaptación, que solo me ha reportado desesperación y flojera, centrémonos en lo que toca, donde si que hay cositas chulas que señalar.

Para empezar, recordar a nuestros lectores que en lo que se refiere al amigo Martin, hay vida más allá de Juego de Tronos. Y es que antes de que Canción de Hielo y Fuego lo petase, tanto en las librerías como en televisión, el autor tenía ya un amplio y jugoso recorrido, repletito de grandes y reconocidas obras dentro del género fantástico, en todas su parcelas y en especial, en lo que concierne a la ciencia ficción. Os recomiendo que os pongáis al día con ellas, si no habéis tenido ocasión, ya que os aseguro que va a ser todo un descubrimiento para los que tengáis la suerte de descubrir ahora esas ricas golosinas. Para conocer la bibliografía del autor, así como su propia historia personal, recomiendo que le echéis un ojo a los tres títulos que componen Autobiografía Literaria (Luz de estrellas lejanas, Híbridos y engendros y por último, Un corazón atribulado), trilogía publicada también por Gigamesh y de cuyos volúmenes ya hablamos aquí en su momento.

En Nightflyers, Martin nos ofrece una historia sencilla, pero efectiva, que justamente se mueve entre los tres grandes frentes de la literatura de género, ya que partiendo de una premisa puramente enclavada en la ciencia ficción más clásica, añade elementos fantásticos en forma de mitos y leyendas y convierte ese viaje espacial en una novela de fantasmas o más bien, en algo similar a una mansión encantada, en la que no se priva de incluir algunos momentos gore, de los que salpican.

Para los amantes del género fantástico, resulta difícil no encontrar diversas similitudes a otras obras, sean literarias o cinematográficas. Las primeras, sin duda, serían la peli Horizonte Final (por el protagonismo absoluto de la nave en todo lo que sucede), La maldición de Hill House (expertos en distintas ramas encerrados en un lugar maldito), La Cosa (la paranoia, la desconfianza y el buscar un culpable desconocido entre el reducido grupo de personajes, en este caso los tripulantes) y varios más, incluyendo a la fabulosa cosmogonía creada por cierto escritor de Providence. Pero si creéis que con estos datos os acabo de reventar la lectura, que os he soltado spoilers a cascoporro, pues ya os adelanto que no, en absoluto. La novela va por derroteros muy distintos, quizá no sorprendentes, pero si alejados de la obviedad. La naturaleza de la amenaza tiene su explicación y no cae en tópicos que podríais deducir con los datos que os he dado, así que en ese aspecto, tranquilos. Tendréis que descubrirla por vuestra cuenta.

Me encanta la idea de meter a un puñado de perfectos desconocidos en un ambiente cerrado y que suceda algo horrible que siembre la desconfianza, el temor y la claustrofobia, creando una atmósfera asfixiante que hace perder los papeles a los personajes y mostrando su lado más humano y por ende, más oscuro y egoísta. Es algo que siempre funciona y si se lleva a cabo de esa forma en que sabe hacerlo nuestro amigo Martin, pues oye, nada puede fallar.

El autor se maneja de maravilla en las distancias cortas (quién lo iba a decir, ¿verdad?), con una historia que, insisto, es en esencia simple, pero efectiva y muy bien ejecutada, que cumple con lo que pretende y nos deja bastante satisfechos.

Por poner una pega (que en realidad no es tal, si no más bien un deseo mío), es que me ha faltado profundizar en los Volcryn, pues considero que el mito y todo lo que conlleva, tiene muchísimo jugo por exprimir y podría desarrollarse algo increíble partiendo de la idea que nos presenta y todo lo que viene después.

Mención especial al personaje de Royd Eris, el capitán de la nave, que desde el primer instante se lleva toda nuestra atención, debido a su peculiar comportamiento que no hace más que ponernos la mosca detrás de la oreja y que, en definitiva, es el principal protagonista, junto Melantha Jhirl (me ha costado empatizar con ella, a causa de ese continuo alarde de superioridad, real y demostrada, pero no menos cansina), los Volcryn y por supuesto, la propia nave.

Por último, quiero destacar las fantásticas ilustraciones interiores de David Palumbo, que capta con todo detalle algunos de los momentos y plasma la angustiosa ambientación que se respira en la nave.

En definitiva, hacedme caso: Pasad un kilo de la serie, que no es más que un bodrio, y metedle mano al libro, una lectura breve, pero que os va a molar. Palabrita de niño pelón. Terror espacial del bueno, tal cuál.

Tiempo de caza, de José A. Bonilla

Por Jorge Herrero.

Tiempo de caza es una novela que contiene todos los elementos para hacer de esta historia una lectura adictiva. Tiene viajes en el tiempo, aventuras a cada cual más sorprendente, grandes misterios y revelaciones que harán que el lector no pueda dejar de leer hasta llegar a la última página.

El autor ha pasado del steampunk de su anterior novela, Sombras de metal, al tecnothriller con el más puro estilo del mejor Michael Chrichton. Pero no se queda solo en eso, si no que también se notan las influencias de las novelas de aventuras clásicas, tomando referencias de gente como por ejemplo Ray Bradbury, más concretamente de su relato El sonido del trueno, por destacar alguna de las más evidentes. Las demás las tendrán que descubrir los lectores que se adentren en esta apasionante novela.

Como digo, Tiempo de caza es una historia de viajes en el tiempo principalmente, pero como verá el lector, va mucho más allá y no se queda solamente en eso. Es una novela rica en detalles, donde se nota el trabajo del autor en temas de documentación, para dotar de cuerpo a la trama y hacerla más creíble, teniendo en cuenta que es una novela de ficción. Es una historia que atrapa al lector desde la primera página. José A. Bonilla se toma su tiempo para presentar a los distintos personajes que irán saliendo, la información esta dosificada de una manera muy lograda y acertada, logrando captar la atención del lector y mantenerlo enganchado, deseando saber más sobre la trama, lo que le hará que no suelte el libro hasta acabarlo.

Puede parecer que otra historia de viajes en el tiempo no vaya a aportar nada nuevo al género, pero como el lector descubrirá leyendo Tiempo de caza, no es otra novela más. El autor ha sabido dotarla de entidad, con un estilo propio como ha hecho con sus anteriores novelas. Está escrita de una manera amena, pero a la vez está bien elaborada, con momentos más tranquilos que se alternan con otros donde la acción no da ni un solo momento de respiro, tanto a los protagonistas como a los lectores, teniendo como resultado una trama bien equilibrada. Una de las cosas a destacar es la parte dedicada a los viajes en el tiempo; se nota que el autor ha trabajado mucho esta parte, para que resulte creíble, y no haya anacronismo ninguno. Los personajes viajarán tanto al pasado como al futuro, con resultados sorprendentes.

José Bonilla ha sabido llevar a sus personajes al límite, exponiéndolos a situaciones que les harán actuar de manera distinta a sus principios e ideales, con situaciones sorprendentes y que dejarán con la boca abierta al lector.

Tiempo de caza es una novela que no tiene nada que envidiar a otros títulos escritos por autores foráneos. Es una historia bien escrita, con un ritmo ágil, buenos diálogos, giros inesperados y con unos personajes bien perfilados. Todo esto hará de este libro una lectura entretenida y que no se hace nada pesada. El autor demuestra con este título que no se conforma con escribir lo mismo una vez tras otra, si no que se atreve con cualquier género, logrando salir airoso y con una muy buena nota.

A destacar la edición que han hecho la gente de Dilatando Mentes, muy trabajada y maravillosa, como suele ser habitual en ellos. La portada y las ilustraciones han sido realizadas por Cecilia García, y tengo que decir que ha hecho un trabajo espectacular, dotando a la novela de una fuerza aún mayor, siendo el resultado final algo que no tendría que perderse ningún lector.

En definitiva, Tiempo de caza es una novela muy recomendable para todo aquel lector amante de las buenas lecturas, indistintamente del género al que pertenezcan. Una historia que atrapa y que hará pasar muy buenos momentos con su lectura. Solo me queda felicitar al autor por esta novela y a la editorial por su trabajo en la edición y por haberla publicado.

Sinopsis:

El magnate de las comunicaciones Alan T. Henderson lo tiene todo en la vida: éxito, dinero, y está a punto de casarse con su prometida, una famosa modelo internacional. Sin embargo, un inesperado encuentro con el inquietante doctor David McLawson y la invitación a formar parte de su elitista club de caza harán temblar los cimientos de su mundo, sumiéndole en una vorágine de acontecimientos que le llevarán a desafiar los límites de las leyes físicas en una cuenta atrás por salvar su vida… y la de toda la humanidad.

¿Qué se esconde tras la Magnetophysics Corporation, el innovador complejo científico propiedad del doctor McLawson? ¿Por qué pagar diez millones de libras por formar parte de su misterioso club? ¿Será capaz Alan de asumir las terribles consecuencias de infringir las tres estrictas reglas que deben cumplir sus exclusivos miembros?

Un tecno-thriller de aventuras y ciencia ficción a través de las líneas temporales que te dejará sin aliento.

 

 

Alcachofa-Terror (La invasión de las hortalizas del espacio exterior), de Liss Evermore

Por Jorge Herrero.

Estamos ante una novela que no dejará indiferente a nadie. Es todo un homenaje a las historias clásicas de invasiones alienígenas (con sus platillos volantes incluidos), que tantas veces hemos visto en el cine y que tan buenos ratos nos han hecho pasar. Y esta novela ha sabido conseguirlo con muy buena nota, pero con el aliciente de estar escrita con mucho humor y contar con un buen puñado de situaciones a cada cual más absurda e hilarante, en especial los protagonizadas por unas vacas que por momentos, se convierten en protagonistas absolutas.

Pero lo que podría ser una sucesión de hechos y de situaciones absurdas que no llevan a ningún lado, en las hábiles manos de la autora se convierten en una historia con una trama bien desarrollada y lógica, con personajes inolvidables, y bien construidos.

La ambientación es uno de los puntos fuertes de la novela, ya que en todo momento el lector se sentirá dentro de la historia. Los lugares por donde transcurre la novela nos recordarán a las localizaciones que hemos visto en muchas de las películas habituales de este género.

La novela contiene muchos de los tópicos y clichés vistos varias veces en otras historias de invasiones extraterrestres, pero que en este caso no suena a copia o a un simple corta y pega de las mismas, ya que Liss Evermore ha habido coger todo eso y darle su toque personal y llevárselo a su terreno, para escribir una historia que mantiene un nivel muy alto y con momentos y situaciones inolvidables.

En definitiva, estamos ante una de las novelas más divertidas y entretenidas del año. Una historia de serie B que consigue con nota muy alta su principal objetivo, que no es otro que hacer pasar muy buenos ratos al lector y doy fe de que lo consigue con creces. Y no hay que olvidar el gran trabajo que ha hecho Karol Scandiu con la portada. Ha sabido recoger muy bien la esencia de la novela y darle ese toque que es tan característico de las clásicas películas de marcianos. En mi opinión, estamos ante el Mars Attack nacional. Muy recomendable.

Sinopsis:
Años 70. Alburquerque, Nuevo México. Los platillos volantes amenazan la ciudad. El ganado de Phillip Vedder ha sido calcinado y un riachuelo apestoso campa a sus anchas por el estado. El sheriff, con la ayuda de un policía novato demasiado blando para el cargo, se enfrenta a una horda de seres mutantes que están devorando a las buenas gentes norteamericanas y a todo el que se cruza en su camino.

¿Logrará el brazo de la ley frenar el ataque alienígena y salvar a la humanidad?
Yo de vosotros no apostaría todas mis fichas.
La suerte está echada.

https://tienda.cyberdark.net/alcachofa-terror-la-invasion-de-las-hortalizas-del-espacio-exterior-n251457.html

 

 

La quinta fase de la luna, de Sergio Gaut vel Hartman

Buenas tardes, mis queridos Lectores Ausentes.

Hoy vengo con una de las reseñas que más quebraderos de cabeza me ha ocasionado en todos estos años que llevo metido en esto de hablar sobre mis lecturas, pues creo que hasta la fecha, jamás había topado con una obra tan inclasificable, extraña y difícil, no ya solo de explicar, sino incluso de asimilar. Y ojo, no estoy diciendo que no sea un buen libro. Ese es el verdadero problema, el no ser capaz de discernir si me ha gustado o no. Entre la genialidad y la locura hay una línea tenue, pero visible en la mayoría de casos y lo que sucede con La quinta fase de la luna es que alguien ha borrado ese límite, se ha desvanecido o lo han eliminado a escobazos, y el autor se pasea de un lado a otro sin mirar donde pone los pies y sin importarle un carajo en que lado se encuentra.

Todos conocéis mi fascinación por lo onírico, por lo surrealista e incluso, por el absurdo. Son modos muy personales de alcanzar un objetivo, de contar una historia, jugando con la capacidad del lector para sacar a la luz la cuestión, el motivo, la razón última, que se halla enmarañada entre sus formas, por poco convencionales que sean. Tras el aparente disparate, tras el simbolismo, tras el juego que se nos propone, uno espera hallar un propósito y lo que me ha sucedido con esta antología con algunos de sus relatos, es que no he sabido desentrañar cual es.

Atentos, que no se me malinterprete: Sergio Gaut es un autor como la copa de un pino. A nivel narrativo, demuestra un don poco habitual para retorcer las cosas, lo que hace que el lector se entregue por completo a la historia, fascinado por su capacidad creativa y por las ganas de aceptar su juego. Atrevido, divirtiéndose como un enano dándole vueltas a la manivela de la máquina de triturar lo obvio y evidente. El tema es que no contento con ello, el autor considera que eso es poco y se le ocurre meter el resultado en un puchero y añadir sin mesura todo aquello con lo que puede arramblar en la cocina, o sea, toda neura que se le pasa por la cabeza, removiendo con el cucharón hasta que la mezcla queda bien espesa y nos lo sirve sin dejar reposar, mientras se sienta frente a nosotros, sonriendo como un lunático y esperando a ver si rebañamos el plato, nos pillamos un ciego de cojones con el mejunje o morimos envenenados a la primera cucharada. A él le da lo mismo, pues su labor termina en cuanto el plato está ante el comensal, pero parece disfrutar del momento.

Ese es el gran problema de esta obra. Que no hay ninguna receta. Sergio se pasa cualquier norma o formalidad por el forro y hace lo que le da la puta gana, obligando al lector a tragar. Ese es un juego peligroso, pues si no hay unas pautas, una meta definida, el desconcierto se adueña de todo y eclipsa el resto, dejándonos masticando y sin saber si podremos engullir. Solo el tono desenfadado, la ironía y mordacidad que se desprende de los relatos, sirve de atenuante cuando se nos hace bola. Ese es su gran acierto, el usar el humor, por más extravagante, negro, corrosivo y sarcástico que sea.

No ocurre con todos los relatos. La mayoría de ellos, manteniéndose fieles a su condición surrealista y jugando con la sátira y lo absurdo, mantienen una coherencia interna, tienen un sentido final, obligan a la reflexión y resultan brillantes. En resumidas cuentas, la antología es pura crítica social, política, religiosa y antimilitarista (las barbaridades cometidas durante el régimen totalitario y dictatorial tienen un papel trascendental en la obra), y pese a que se nos vende como un recopilatorio de relatos de ciencia ficción atípica, creo que no se puede clasificar como tal, siendo como es un compendio de relatos donde la fantasía toma las riendas y galopa hacia territorios donde la lógica deja de tener sentido. Las críticas surgen cuando nos topamos con el resto de relatos, puro disparate, en los que uno no sabe a que atenerse ni el propósito que tienen. Cuando el lector es incapaz de encontrar un sentido a lo que lee, de comprender que es lo que el autor pretendía con su historia, cuando el texto es una sucesión de palabrería y despropósitos que no van a ninguna parte o al menos, somos incapaces de verlos por nosotros mismos, uno de los dos ha fracasado en su misión.

Insisto. No juzgo al autor ni me atrevo a hacerlo con su obra. Expongo las sensaciones que me ha generado su lectura. Hay cosas que me han encantado. Hay otras que no me han gustado nada. Y las más, que ni siquiera he entendido. Hay relatos con una profundidad arrebatadora, bajo esa fachada de disparate y ahí es donde el autor se luce con todo su arte y saber hacer. Hay otros que no sé ni como describirlos, ni que demonios pretendía Sergio con ellos, si es que tienen algo más que pura verborrea desquiciada, algo de lo que no dudo, pero que en mi caso, se ha quedado en eso, en puro dislate. Como digo, puede que el problema sea mio, de mi incapacidad por sacarles el jugo, de mis propias limitaciones. No lo descarto en absoluto. El resultado final, es que no puedo decidir si el libro, como tal, me ha gustado o no. Sigo todavía indeciso y eso es tan molesto como extraño. Admito, sin embargo, que enfrentarme a él ha sido toda una experiencia.

A diferencia de lo que supuso para un servidor su anterior obra publicada en nuestro país, esa maravilla hilarante y demencial que fue Avatares de un escarabajo pelotero, en la que todo lo surrealista tenía una consistencia palpable y una historia que contar (dentro del absurdo de su premisa), aquí uno debe tratar relato a relato, como pequeñas criaturas extravagantes que remolonean zumbando a nuestro alrededor, tan distintos entre si, que no se ven como algo palpable, sino como fogonazos independientes, insectos errantes que uno observa con su lupa o aplasta de un manotazo, si no le pican antes.

En definitiva, La quinta fase de la luna es una obra difícil de clasificar. Por esta vez, voy a ser un cobarde (o alguien con sentido común) y me voy a mantener al margen. Ni la voy a recomendar ni voy a echarla a los leones. Solo me atrevo a decir que si queréis probar cosas distintas, si os gustan los retos o simplemente confirmar o refutar mis impresiones, estos once relatos os esperan desafiantes, burlándose sin pudor. Si el libro ha despertado vuestra curiosidad, adelante, siempre bajo vuestra responsabilidad, por vuestra cuenta y riesgo. Y mantened la mente abierta en todo momento. Ya me diréis…

La quinta fase de la luna

Sergio Gaut vel Hartman

Editorial: La máquina que hace ping

https://lamaquinaquehaceping.com/producto/la-quinta-fase-de-la-luna-sergio-gaut-vel-hartman/

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Antisolar (Los ojos bizcos del sol II), de Emilio Bueso. (Gigamesh)

Buenas tardes, mis queridos Lectores Ausentes.

Hoy os traigo la reseña de Antisolar, el segundo volumen de la trilogía Los ojos bizcos del sol, de Emilio Bueso.

Antes de entrar en materia, quiero dejar claro algo que no por obvio, deba dejarse de tener en cuenta: Hablamos de Bueso, autor amado y odiado a partes iguales. Para unos, un puto genio; para otros, un flipado borde y pasado de rosca. Si he de ser honesto, creo que la realidad se acerca mucho más a la primera acepción que a la segunda, aunque siempre me recuerdo que no hay genialidad que no beba de cierta locura y que lo que marca la diferencia, la grandeza, es siempre aquello que se sale de lo normal, , de lo mediocre y para ello puede hacerlo de dos formas: Por una calidad indiscutible, impoluta, aséptica, inmaculada y formal, cuasi divina, pero siempre dentro de unos márgenes prefijados sin lugar a mancharse las manos o a meterse en el fango, limitada  en forma y fondo, sin atreverse a salir de esa zona de confort… O mi favorita desde siempre: Por su atrevimiento sin censura, por rompernos los esquemas, por agarrarnos por los huevos y retorcerlos sin dejar de sonreír. Por conocer y dominar las normas establecidas y usarlas como papel higiénico, por su capacidad para sacarnos de quicio aunque por dentro aplaudamos con las orejas, por romper esquemas y no tener miedo a experimentar, a darle un sello característico e inconfundible y que nosotros, los lectores, como putos yonquis enganchados, queramos más y más de esa mierda tan buena que sabemos que nos delata, que mata, pero que necesitamos por encima de comer y respirar.

Sé con certeza que tan solo con este inicio de reseña, la Horda ha rugido con rabia, alzando antorchas y horcas pidiendo mi cabeza. Me la pela. Entiendo que Bueso no guste a todo el mundo, que haya gente que no conecte con su forma de narrar. Que algunas de las características que le definen como autor vayan en contra de la forma  más clásica y aceptada de entender la literatura. Pero en mi caso, como el lector soy yo y a mi lo único que de verdad me importa es disfrutar, de modo egoísta, buscando únicamente mi propia satisfacción, solo puedo decir que me la trae al pairo la opinión de los demás. ¿Qué no te mola Bueso? ¿Que no lo tragas? Oye, pos fueno, po fale, po m´alegro. Tu te lo pierdes.

Bueso es Bueso. Único e inimitable. Un tipo fiel a su estilo y lo más importante, a si mismo. Con una prosa que siempre anda en un equilibrio imposible, al filo, maravillosa, pulcra e impecable, hasta que te suelta una de esas joyitas suyas, macarradas en estado puro, vulgar, soez y desmadrado. Porque si. Porque quiere. Porque puede. Porque sus personajes tienen la que para mi, es la mayor cualidad que nos define como humanos: Que estamos todos como cencerros y que aunque nos pongamos traje y corbata, vayamos el domingo a misa y colaboremos con una ONG, todos tenemos secretos inconfesables que darían al traste nuestra reputación, por obscenos o perversos. Todos tenemos mierda en las tripas, nos cagamos en dios cuando toca, nos pajeamos cuando nos da un calentón, nos paramos a mirar por puro morbo cuando hay un accidente en la carretera y le partiríamos la boca al de enfrente si nos toca los cojones. Se nos va la olla, mucho, poco o regular, pero se nos va. Y así son sus personajes y su forma de contar historias. De una solidez indiscutible, de una belleza extraña y lírica, de descripciones maravillosas, detalladas y casi cinematográficas, de un tono y ritmo fluido que nos arrastra sin ser conscientes de ello. Y de pronto, sale ese momento All-Bran, ese párrafo WTF?, esa sobrada que se te queda cara de lelo, ese diálogo cargado de intencionalidad y mala folla, el despropósito que define más al personaje de turno que cualquier descripción que nos hubiera podido dar. La vulgaridad, lo barriobajero, lo perverso y degenerado, lo cafre, lo soez, la ida de pinza… Todo como una herramienta más, utilizada con maestría, absolutamente necesaria, imprescindible para que el resto funcione como lo hace y se convierta en lo que es: Una jodida delicia.

En Antisolar, seguimos teniendo a nuestro protagonista principal, el Alguacil, que se nos presenta como alguien con mucho más carisma, con las cosas mucho más claras. Ha crecido, ha evolucionado, ha ganado consistencia y parece decidido a tomar las riendas. Pero a mi parecer, aun así, queda eclipsado por la enormidad de un personaje como Trapo, que no solo es que le haga sombra, sino que cada vez que aparece, se convierte el puto amo de la pista y se lo come con patatas. Y es que Bueso se adueña de este secundario con ínfulas para echar el resto, para desfogarse, para dejarse ir y soltar aquello que quizá, de otro modo, le hubiera sido difícil de hacer en esta historia. Ni Transcrepuscular ni Antisolar serían lo que son sin Trapo. El resto de personajes tampoco serían quienes son sin él. Y ese dueto, esa pareja imposible que forman ambos, Alguacil y el jodido Trapo, son tan dispares, pero encajan tan, tan bien, que lo demás viene rodado.

En ese aspecto, la dualidad que representan tiene varias lecturas. El hacer lo correcto y seguir las normas versus el libre albedrío y dar rienda suelta a tus instintos y bajas pasiones. La simbiosis contra el parasitismo… La lealtad obligada ante el individualismo… Y tantas otras que quizás sean tales o solo pajas mentales mías.

Esa sensación de disparidad, de antítesis, es algo que parece ser una constante en la novela y cuanto más avanza (El primitivismo frente a la tecnología, por ejemplo) y a esperas de ver que sucede en Subsolar, el último volumen de la trilogía, creo mi teoría va cogiendo fuerza.

Pese a que el autor define su obra como un Sword & Planet, lo cierto es que sin dejar de serlo, servidor lo ve como una novela de aventuras, incluso como una suerte de western de fantasía épica en un escenario de pura ciencia ficción desde un enfoque donde la biología especulativa (¿Biopunk?), reemplaza o pugna por imponerse a lo tradicional en el género y lo hace con un par y triunfando como los Chichos. Un viaje iniciático, el camino del héroe, que transcurre en un escenario donde la naturaleza lo es todo, una naturaleza grotesca, inquietante, imposible y maravillosamente aterradora. Hay párrafos donde se describen a ciertas criaturas que resultan tan monstruosas, tan repulsivas y a la vez, tan creíbles de algún modo, que se te ponen los pelos de punta.

Personajes que regresan, otros nuevos que se unen a la troupe y con los que conectamos de inmediato y se ganan nuestra simpatía por su aparente simplicidad o nuestra repulsa y desconfianza sin un motivo claro. Todos ellos, el grupo de fugitivos inicial, han evolucionado, han cambiado a la fuerza, han descubierto quienes son tras desprenderse del rol que se les había asignado sin pedirlo, una vez libres del lastre de lo preconcebido, de condicionamientos adquiridos, a base de bofetadas de realidad. Una realidad que todavía no tenemos clara, porque a cada nuevo paso, a cada nuevo descubrimiento, cuando creemos que hemos llegado a una revelación, Bueso, mamonazo de él, nos mira con suficiencia y se encoge de hombros con una sonrisa burlona.

Porque Antisolar parece darnos respuestas. Pero solo eso, lo parece. Nos desvela varias cosas, desde luego, pero como en toda gran obra, nada es nunca tan sencillo como pueda aparentar. Bueso lo sabe. Nosotros lo sabemos. Y estamos encantados de jugar.

No voy a decir nada más sobre la novela. Como comenté en Facebook hace unos días, estábamos Soraya Murillo y un servidor, hablando de Bueso y Antisolar, y mi sentencia final fue algo más o menos así: «Transcrepuscular me encantó, me pareció cojonuda, pero es que aquí, el cabrón se ha salido de la gráfica´´.

Poco más puedo añadir a eso.

https://tienda.cyberdark.net/antisolar-los-ojos-bizcos-del-sol-2-n250813.html

 

 

 

Las estrellas, mi destino (Tigre, tigre), de Alfred Bester

Buenos días, mis queridos Lectores Ausentes.

Hoy quiero hablaros de Las estrellas, mi destino (también conocida como Tigre, Tigre), de Alfred Bester, una novela que a mi juicio, es una de las mejores obras de ciencia ficción que me he echado a la cara.

En el siglo xxv, cuando las técnicas de teleportación han cambiado de forma radical la sociedad de la Tierra, un hombre motivado por pasiones extremas emprende un carrera desesperada por cambiarse a sí mismo. Gully Foyle fue abandonado a su suerte y logró sobrevivir milagrosamente a una situación sin esperanzas; desde entonces ha venido acumulando riquezas y poder con un único objetivo: vengarse.

Alfred Bester nos ofrece una revisión de otro viejo clásico como es El conde de Montecristo, pero lo hace con una historia futurista cruda, violenta y que se aleja de cualquier atisbo de nobleza o de heroicidad. Su protagonista se mueve por el odio más visceral, intenso y desproporcionado que haya visto antes y cualquier medio, cualquier acción que le permita llevar a cabo su venganza, es válido, sin temer ni preocuparse por a quienes pueda dañar en su locura. El personaje, un tipo rudo, tosco y embrutecido, carente de cualquier tipo de remordimiento, solo tiene un objetivo tras sobrevivir al episodio que en apariencia, da lugar a todo y eso hace que resulte prácticamente imposible sentir empatia por él. No hay justificación alguna para sus acciones, más las que ese deseo de venganza que a todas luces, resulta excesivo y desproporcionado, convirtiéndole a si mismo en un villano despreciable que campa a sus anchas, dejando tras de si un rastro de dolor, traiciones y destrucción. Hay que reconocerle el valor que surge de la locura, desesperación y la obsesión, que le hacen tan temerario e impredecible como para salir de cualquier situación, por peliaguda que sea, pero no hay nada de admirable en ello, si no algo que temer.

No es el amor lo que todo lo puede, la fuerza más poderosa del universo. Es el odio, convertido en motivación, en combustible, en razón única para seguir adelante, alimentándose de él para seguir en pie. Tanto es así, que el autor logra con su personaje que uno, de manera extraordinaria, olvide por un momento su aversión y asco generalizado por los héroes inmaculados y de pureza absoluta, amparados por la verdad y la razón, y vea al rebelde, no como un héroe que salva la situación enfrentándose a las injusticias del poderoso, sino como un ser vulgar, subversivo y sin moral alguna, un villano en potencia, un ser despreciable que hará cualquier cosa por alcanzar su objetivo, cosa que en cierto modo, no me desagrada en absoluto. No lucha por la libertad, ni por el honor, ni siquiera por defender al débil o al oprimido. Lucha por su propia causa, ya no perdida, si no absurda, demencial e interesada.

Y al llegar al final, la sorpresa. El ser humano, capaz de las más increíbles maravillas y de las más terribles bajezas. Es su condición. Reyes, mendigos, nobles o perversos. No hay un destino prefijado. No hay un Dios que marque nuestro devenir. Cada uno de nosotros elige su camino, dirige sus propios pasos, toma sus propias decisiones, es dueño de sus actos y así debe ser. No importa si eso nos lleva a la grandeza o si nos convertimos en monstruos. No importa si vence la luz o si el fuego nos destruirá. Ese poder de elección es lo que nos hace humanos.

Gigamesh recupera esta vieja joya de la ciencia ficción en su colección Omnium, en un formato económico, pero de gran calidad, apto para todos los bolsillos y con una edición cuidada con esmero pese a su condición de bolsilibro.

Una lectura muy, muy recomendable, un clásico por méritos propios por todo lo que supone y que creo que cualquier aficionado al género debería conocer, ahora sin excusas.Las estrellas, mi destino.


Alfred Bester
Editorial. Gigamesh (Omnium)
ISBN: 9788416035953
Páginas: 240 pág.
PVP: 8€

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