Buenas noches, mis queridos Lectores Ausentes.
Uno de los mayores miedos que puede sufrir un escritor, es el de que su nuevo trabajo no esté a la misma altura que los anteriores, aquellos que le dieron una reputación y que le han supuesto la fama y el reconocimiento. Ha de ser difícil convivir con la duda hasta que los primeros lectores no dan su opinión, hasta que el público -que en definitiva es quien decide a quien alabar o a quien echar a los leones- le dice “¡Hey, tío…! ¡Lo has vuelto a hacer!”
Cuando alguien como Carlos Sisí saca una nueva novela, la expectación es inmensa. Más, cuando como es el caso, la obra ha sido ganadora de un certamen tan importante como es el Minotauro, algo que está generando todo tipo de debates y comentarios. No voy a hablar sobre ese tema, porque a fin de cuentas y como ya digo, son los lectores quienes tienen la última palabra y son ellos quienes deciden si la obra es merecedora ya no solo del ilustre galardón, si no del reconocimiento a nivel de público y ventas.
Si hay algo que admiro de Carlos en su faceta de autor, es sin duda su afán de superación, su capacidad para no encasillarse y lo inteligente que ha sido aceptando nuevos retos, queriendo experimentar con distintos géneros, sin ponerse limitaciones de ningún tipo. Lo fácil sería acomodarse y darle a sus fans más de lo mismo. Pero no. Ha llovido mucho desde que Los Caminantes se cruzaron en nuestras vidas. Una genial trilogía que ya evidenciaba el talento del autor y nos permitía ver su constante evolución. Tras los zombies, Carlos nos mostraba una vertiente distinta del terror, mucho más realista y cotidiana con Edén Interrumpido. Un modo magnifico de cambiar de registro y demostrarnos a sus lectores que hay un millón de historias distintas bullendo en su cabeza y aun por contar. Hace apenas unos meses, llegaba La Hora del Mar, una novela mucho más compleja y trabajada que las anteriores, en las que el autor hacía sus pinitos con la ciencia ficción, sin dejar a un lado el terror en forma de inminente apocalipsis. Un eco thriller que no tiene nada que envidiar a los ofrecidos por grandes maestros internacionales del best seller. Mucho más ambiciosa que sus antecesoras, la novela supone un antes y un después en la bibliografía del escritor, tanto por la variedad de personajes como en las distintas ubicaciones donde sucede la acción y los diversos planteamientos que nos ofrece su lectura.
Con semejante currículum, no es de extrañar que en cuanto supimos de la inminente publicación de Panteón, se nos pusieran los dientes largos. Y lo cierto es que no nos ha defraudado.
Estamos ante una novela de aventuras ubicada dentro de la ciencia ficción más tradicional. Una space ópera que coquetea con varios géneros y que le debe, y mucho, a todo el bagaje friki y cultural que el autor ha reunido a lo largo de su vida. Desde sagas cinematográficas tan míticas como Alien, Star Wars o Indiana Jones, hasta los relatos de terror cósmico del maestro Lovecraft, pasando incluso por los videojuegos -con títulos tan conocidos como Dead Space o Halo-, son muchas las fuentes que han alimentado la imaginación de Carlos y le han llevado a crear una historia como la que tenemos entre manos.
Carlos goza de varias virtudes y una de ellas es la honestidad. Siempre comenta que su intención no es otra que entretener. Engatusar al lector para que se olvide durante unas horas de sus quehaceres diarios y pueda evadirse de la realidad. En este caso, puedo afirmar con toda rotundidad que lo consigue con creces. Uno empieza a leer y queda atrapado de inmediato por la historia, sumergido por completo en la trama y en ese universo imaginado por el autor. Un universo amplio, complejo y rico en detalles, que personalmente, espero que siga explotando en el futuro. Puede sacarle aún mucho jugo, tanto por un escenario increíble, como por lo bien construidas que están las bases sobre las que se sostiene.
Sinopsis
La Tierra, el planeta original, explotó hace algo más de diez mil años. Por aquel entonces el hombre ya había iniciado su periplo por el espacio. En esta nueva Era, la guerra y la paz son elementos de una misma balanza que se equilibran cuidadosamente desde La Colonia, el enclave científico por excelencia. Desde allí, la controladora Maralda Tardes detecta actividad bélica en un planeta alejado de cualquier ruta comercial, y decide iniciar un protocolo estándar de inspección. Mientras tanto, Ferdinard y Malhereux, dos jóvenes chatarreros, esperan pacientemente en el subsuelo de dicho planeta a que acabe la guerra en la superficie para saquear los restos del combate y extraer un suculento beneficio. Entre los restos de la batalla encuentran un extraño artefacto que parece pertenecer a una civilización antigua y desconocida y tras el que van los atroces mercenarios sarlab y los científicos de La Colonia por igual. Poco se imaginan Mal y Fer que lo que tienen en su poder podría ser la llave para liberar una amenaza más antigua que la galaxia.
Se nos presentan apenas tres facciones enfrentadas en esta historia y tan solo con ellas podemos hacernos una idea de lo que podría llegar a ser ese universo, hasta donde se podría desarrollar y expandir. Tenemos a La Colonia, asumiendo unas funciones que la convierten en la supuesta valedora de la Justicia a nivel interplanetario, equilibrando la balanza de poder según su criterio y sus propios intereses, entre paternalista y soberbia, tan necesaria como arrogante y sin embargo, tan expuesta a sucumbir y ser destruida por la ambición y el ansia de poder como cualquiera… o por algo mucho peor.
Tenemos a Los Sarlab, el máximo exponente de los muchos clanes de mercenarios que pululan por la galaxia, haciendo el trabajo sucio de las corporaciones, saqueando y luchando bajo las órdenes del mejor postor. La batalla es su razón de ser y seguirán haciendo lo único que saben mientras haya quien esté dispuesto a pagar por ello, por lo que su lucha no tendrá fin, sea aquí o en cualquier otro lugar de la galaxia.
Y tenemos la última pieza del tablero, que prefiero no desvelar, aunque a poco que avancéis en la lectura intuiréis a que me refiero. Lo que supone el cambio de paradigma para toda la humanidad. Es ahí donde el autor tiene su mejor baza para continuar desarrollando la historia, llevándonos de la mano para descubrir cuán lejos puede llegar. Un elemento que además de resultar imprescindible para descifrar el misterio, nos deja con ganas de saber más al respecto y abre un millón de posibilidades ante nosotros.
Me resulta fascinante la facilidad de Carlos para dar vida a sus personajes. Lo sencillo que resulta hacernos con ellos y lo bien que funcionan. Fer y Mal, la pareja protagonista, son unos buscavidas adorables. Unos aventureros que a pesar de haber vivido mil y una aventuras, están lejos de la idea que tenemos del héroe. Tipos normales que hacen su trabajo y no dudan en jugársela si la ocasión lo merece, pero a los que no les van las heroicidades, les acojonan las balas y tiemblan ante la posibilidad de morir, como a cualquier hijo de vecina. Dos tipos a los que yo, no me preguntéis la razón, he estado visualizando como a Jay y Bob, el silencioso (si, lo sé. Estoy fatal. XDXDXD).
Pero si en algo destaca el autor es en la creación de los villanos. Creo que el padre Isidro es insuperable en todos los aspectos, pero debo admitir que Jebediah, el líder de los Sarlab, tampoco se anda con chiquitas. Cruel, despiadado, invencible. Modificado de pies a cabeza, este ciborg tiene más de máquina que de ser humano. Una máquina de matar perfecta cuya ambición no conoce límites y que se considera a sí mismo como un ser superior, imbatible y al que todos los demás deben someterse. Esta mezcla entre Terminator y Darth Vader (y con este último las similitudes van más allá de lo que es evidente, como descubriréis cuando leáis la novela), da como resultado un malo de película. Un personaje que por sí solo hace que valga la pena leerse el libro.
Aunque ni siquiera Jebediah es rival para el Mal, en mayúsculas, que amenaza con extenderse y destruir todo lo que conocemos, hasta la existencia misma, si logra escapar de su cautiverio. Nioolhotoh, entidad indescriptible que va más allá de lo comprensible, cuya voracidad no tiene límites y para el que conceptos como la vida o la muerte son algo carente de significado, pues no conoce ni una ni otra, resulta un magnífico homenaje a los horrores cósmicos imaginados por Lovecraft. Un ente terrible que podemos incluir en la caterva de Dioses Primigenios, si acaso no los devora antes.
El resto de personajes están bien logrados y resultan interesantes ejerciendo su función dentro de la obra. Aunque por alguna extraña razón, no he llegado a sentir empatía con Maralda. La oficial tiene un papel vital en la historia, hasta el punto de ser una de las protagonistas principales. Bien construida y siendo creíble en todo momento, aun no comprendo porque no ha habido química entre nosotros, dejándola por mi parte en un segundo plano cuando en realidad debería estar en primera fila, junto a Mal y Fer. Por su parte, Tarven For me ha parecido uno de los personajes mejor perfilados y definidos de toda la novela. Sus acciones, sus motivaciones y su forma de enfrentarse a cada nueva situación logran que las escenas en las que hace acto de presencia resulten de lo mejor de la historia. Mención aparte para El Hombre Alto, quien cual emperador Palpatine, maquinando desde las sombras infiltrado en el Senado, nos deparará uno de los momentos más álgidos y emocionantes de toda la novela, así como un nuevo misterio que resolver.
En cuanto a los secundarios, funcionan a la perfección asumiendo su rol y ofreciendo algunos momentos brillantes, sirviéndonos de ellos para ver la historia en toda su magnitud y obtener a través de ese modo una visión más precisa y profunda de cada una de las facciones enfrentadas.
Carlos no ha dejado de evolucionar, de aprender el oficio. Eso es algo tan obvio que resulta innecesario mencionarlo de nuevo. Pero no por ello ha perdido ese estilo suyo, tan personal y cercano, tan fresco y peculiar. Una prosa sencilla, pero efectiva, que hace que el lector se vea arrastrado por la historia sin apenas proponérselo, dejándose llevar y deseando seguir pasando página tras página para saber qué ocurrirá a continuación.
Como única pega, tengo que hacer referencia a los diálogos. En algunos momentos puntuales, el lenguaje utilizado por los personajes no se ajusta en modo alguno a la idea que nos hemos hecho de ellos. No pegan con su persona. Ciertas palabras, ciertas expresiones, me han chirriado. Y el uso de algunas coletillas que en un primer momento he encontrado muy acertadas e incluso divertidas, ha terminado siendo algo excesivo. Se me ha quedado grabado a fuego lo de “Sagrada Tierra” y es que si la frase de marras no se repite como unas veinte veces, no lo hace ninguna.
Salvo por este pequeño detalle, que como digo es algo puntual, Panteón es una novela excelente. Con un ritmo trepidante, acción a raudales y algunos momentos sencillamente brutales, Carlos nos ofrece una historia de esas que en manos de un buen director y un mejor presupuesto, podría convertirse en una peli de culto. Divertida y muy, muy entretenida, palomitera al cien por cien y con ese poso final que es ya como un sello personal de Carlos: El optimismo y la fe en la raza humana.
Panteón
Carlos Sisí
Editorial: Minotauro
ISBN: 9788445001172
Páginas: 360 pág.
PVP: 17,55€
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