Buenas tardes, amigos.
Hoy hablaremos de La Daga de la Ceguera, segunda parte de la ¿trilogía? (parece que al final van a ser cuatro los volúmenes que completen la saga El Portador de la Luz), con la que nuestro admirado Brent Weeks ha vuelto a engancharnos.
Gavin Guile pensaba disponer de cinco años más de existencia como Prisma, y ahora resulta que le queda menos de uno. Con cincuenta mil refugiados a su cargo, por no hablar de un hijo ilegítimo que hay que formar en las artes mágicas y una ex novia que bien podría haber descubierto su más oscuro secreto, le llueven los problemas.
De repente, la magia en todo el mundo está fuera de control, y este caos amenaza con acabar con las Siete Satrapías. Peor aún, los dioses antiguos están a punto de renacer, y sus ejércitos parecen imparables. Tal vez el único camino para la salvación sea arrojar luz sobre la mentira que rige la vida de Gavin desde hace dieciséis años.
Iniciando la novela justo en el punto donde terminaba el título anterior, seremos testigos de la convulsa situación en la que se encuentra La Cromería. Tras perder Tyrea y verse obligados a huir a través del mar junto el resto de refugiados, nuestros personajes intentarán minimizar las perdidas y afrontar el reto que supone dar una oportunidad a su pueblo. El Prisma, además, tendrá que afrontar la realidad: Ha perdido el Azul y eso solo puede significar una cosa: Se le acaba el tiempo. Por si eso fuera poco, deberá lidiar con la responsabilidad de tomar una decisión con su hijo Kip e intentar hacer de él alguien de provecho, mientras pende sobre su cabeza la amenaza, ese secreto inconfesable que, convertido en una suerte de espada de Damocles, representa su hermano cautivo.
He leído por ahí que algunos lectores han terminado con la percepción de que La Daga de la Ceguera es tan solo un paso de transición hasta el siguiente volumen y la verdad es que no comparto en absoluto esa opinión. Suceden muchas cosas, de vital importancia y que le dan un giro trascendental a los acontecimientos. Kip bajo la tutela de Puño de Hierro, formándose para llegar a formar parte de La Guardia Negra; la dureza y el arte conspirador de Andross Guille; Liv intimando con el enemigo, hasta el punto de dudar de su propia condición y destino; los desesperados intentos del Prisma por salvar la situación, pese a los oscuros presagios que se ciernen sobre él, mientras conocemos más sobre El Príncipe de los Colores y sus motivaciones y objetivos, son solo algunas de las diversas tramas que conforman el conjunto del libro y que resultan de lo más interesantes. Cada uno de los personajes deberá tomar decisiones y sus actos, como no podía ser de otro modo, influirán para bien o para mal en el rumbo de los acontecimientos. Intrigas, combates, secretos, revelaciones, batallas y nuevos interrogantes que salen a la luz.
Resulta curioso comprobar como Weeks juega con nosotros, sorprendiéndonos y aportando nuevos detalles acerca de la singularidad que rodea el universo que ha creado. Toda una cosmología y un imaginario rico en detalles y matices, en el que nos descubre propiedades y conceptos que desconocíamos hasta ahora y que enriquecen el mundo que ha inventado, haciéndolo si cabe más complejo y sustancioso. Es una de las virtudes que más se evidencian en el autor: Su capacidad para crear mundos, tan creíbles, tan palpables y realistas, que uno dudaría en creer que no han existido en realidad.
Nuevos personajes hacen aparición, aunque sea tan solo de manera testimonial, pero dejando claro que tendrán su momento cuando llegue la ocasión y que su papel será relevante y de vital importancia en el transcurso de la historia. Y eso me hace caer en la cuenta del sutil cambio de rumbo que sufrido la historia, adoptando ciertos toques de intriga que añadir a la narración.
Weeks sigue en su línea, con esa prosa sin florituras, pero bien escrita. Su fuerte es el modo en que relata, en que nos cuenta aquello que nos quiere contar. Una lectura fluida, que va de menos a más página a página y que logra cautivarnos, metiéndonos por completo en la historia. Es un gran narrador y convence.
Como detalle negativo- y lo cierto es que me obligo a encontrarle alguna pega, ya que considero que es una obra redonda dentro de este tipo de obras y de aquello que pretende, pero no quiero pasar nada por alto- mencionaría quizás el excesivo celo con el que Weeks trata a los personajes principales. Se meten en un lio tras otro, pero siempre, o casi siempre, salen indemnes. Entiendo que si muere alguno de los principales protagonistas, la historia se vería afectada, pero echo de menos un poco de crueldad explícita y mala leche, aunque ya sé que ese no es el estilo del autor. La trama que se centra en el conflicto Gavin Guille y su secreto, por ejemplo, me ha parecido tratada de un modo algo frio, restándole importancia a algo tan importante. Quizás las consecuencias se manifiesten con todo su peso en el próximo volumen, pero me ha faltado sentir la incuestionable carga dramática que por fuerza se supone tras lo ocurrido. Por otro lado, los conflictos personales, las luchas internas de los personajes, son un detalle a tener en cuenta y están bien tratados, salvo ese caso concreto, dando lugar a ciertos momentos en que el lector se cuestiona de qué lado está. Y eso es bueno.
Mención especial a la traducción de Manuel de los Reyes, quien últimamente está dando mucho que hablar por su excelente trabajo.
En definitiva, tanto El Prisma Negro como esta continuación, La Daga de la Ceguera, cumplen con lo prometido y ofrecen justo aquello que buscábamos entre sus páginas. Si como un servidor, conociste al autor con su trilogía El Ángel de la Noche y disfrutaste con ella, entonces no lo dudes: Esta saga te encantará. Yo la recomiendo.
La Daga de la Ceguera (El Portador de la Luz 2)
Brent Weeks
Editorial: Fantascy (Random House Mondadori)
ISBN: 9788415831068
Páginas: 912 pág.
PVP: 22,90€
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