Buenas noches, mis queridos Lectores Ausentes.
Hoy venimos con Inquilinos (Versión Ilustrada), de Alicia Pérez Gil, una antología que ya fue publicada hace tiempo con el título Inquilinos del Espejo, pero que ha sido revisada y reeditada por su autora, con un lavado de cara que no solo ha mejorado su presencia, sino también su contenido. Con una nueva portada que ahora si le hace justicia y acompañando los textos con las curiosas ilustraciones de Jesús Guzmán Martínez, Inquilinos nos ofrece una recopilación de relatos que nos propone echar un vistazo a nuestro propio interior, a aquellas facetas nuestras que intentamos mantener ocultas, al fondo, escondidas, encadenadas, y que pugnan por liberarse y salir al exterior.
“Los monstruos existen. Somos nosotros.” Esta frase podría resumir la esencia de Inquilinos. Las personas vivimos enfrentadas a nosotras mismas, llenos de contradicciones, de deseos insatisfechos, de miedos irracionales y secretos inconfesables. De un oscuridad tan negra y aterradora que somos incapaces de admitir como propia. En apariencia, conseguimos renegar de ella, mantenerla a raya, empujándola a algún profundo rincón de nuestra mente, de nuestra alma, pretendiendo que no es real, que no existe. Pero no siempre lo logramos y en ocasiones, como una bestia inteligente, en lugar de abrirse paso a dentelladas, lo hace de forma sutil y felina, sin hacer ruido, hasta que ya es demasiado tarde para retenerla.
Alicia conoce esa oscuridad. La reconoce, a pesar de las distintas formas que esta pueda adoptar. Es capaz de ver a través de ella, de sus disfraces y mirarla a los ojos. Porque esa oscuridad es, en definitiva, una parte inseparable de nosotros mismos, algo inherente a nuestra propia naturaleza. Y cuando nos miramos al espejo, resulta imposible no reconocernos en él, pese al maquillaje y las caretas.
Alicia, como lo hiciera ya antes la otra Alicia, la de Carroll, nos muestra una puerta. El espejo se convierte en eso, en un portal que nos lleva al País de las Maravillas. Maravillas terribles y crueles, donde las baldosas amarillas son solo unas ruinas devoradas por la hierba, manchadas de sangre seca. Al enfrentarnos al espejo, viajaremos a lugares imposibles, que solo existen en nuestro interior. Mundos que hemos creado para aliviar la presión. Recodos secretos que ni siquiera sabíamos que existían, pero que siempre han estado ahí. En ellos, reinan nuestras debilidades, nuestros defectos, aquellos rasgos que nos hacen tan humanos y a la vez, tan terribles. Nuestras virtudes, aquello que suponemos que es lo mejor de nosotros, transmutado desde sus mismas raíces hasta hacerlo irreconocible. El amor, la creatividad, el valor, la lealtad, el compromiso, la honestidad… Todos ellos llevados a extremos tan radicales, tan demenciales, que se convierten en algo completamente distinto, deforme, repulsivo, antítesis de lo que deberían significar.
No existen las buenas personas. El bien y el mal dependen únicamente de los ojos que se mire, de las circunstancias en que se desarrollen los hechos y en como afecten estos a los implicados. El infierno está lleno de buenas intenciones, como suele decirse. Pero cuando esa oscuridad que nos acompaña se empeña en adueñarse de nuestros actos, los resultados pueden ser terribles.
Inquilinos no es una antología de relatos inconexos. Me atrevería a decir que es casi un fix-up. Distintas historias, distintos escenarios, pero todos ellos con un denominador común, una suerte de hilo central que si no se muestra como tal, resulta evidente para el lector que sepa ver más allá de lo obvio.
Con un estilo directo, visceral, en ocasiones excesivamente simple, la autora juega con nosotros. Sus historias no dan miedo por sí mismas. Lo que de verdad resulta inquietante, es reconocerse en ellas. El comprender que todos nosotros podríamos ser sus protagonistas. Que en efecto, los personajes que deambulan por ellas no son más que un reflejo nuestro. Puede que distorsionado, puede que desdibujado, pero eso no cambia el hecho de que todos ellos somos nosotros, nuestra propia oscuridad. Podemos apartar la mirada, pero ellos seguirán allí, agazapados, sonriendo de manera taimada sabiendo que tarde o temprano, volverán a salir.
Esa forma de conectar con el lector es quizás la mayor virtud, el mayor acierto de la antología. Pese a que en algunos de los relatos se aprecien ciertos aspectos a mejorar (diálogos, ir demasiado rápido sin profundizar en algunos aspectos que podían haberse trabajado más, algunos relatos excesivamente cortos y que hubieran dado más de sí y otras cositas), la antología no solo se lee con placer, entretiene y da que pensar, sino que deja un poso especial, un regusto agradable tras una lectura que esconde mucho más de lo que puede parecer a simple vista. De una profundidad que uno no se esperaba, pese a su aparente simpleza, satisface esa lectura entre líneas, ese mensaje velado, esa cuestión que se nos revela y que no podemos negar.
Acompañan los textos las maravillosas ilustraciones de Jesús Guzmán, que mediante un estilo sencillo, básico y casi infantil, logra captar a la perfección ese juego de espejos, la constante de la antología. Las apariencias engañan y bajo ese trazo simple, tan inocente, se esconden las mismas sombras que nos acompañan en nuestro viaje. Esa contextualidad, esa intencionalidad, me ha resultado una inesperada y agradable sorpresa.
Que yo soy raro y veo cosas que no existen, ya lo sabéis. Que me monto películas, también. Pero que Alicia sabe jugar sus cartas y que con unos relatillos que apenas te da tiempo de degustar consigue algo impensable, y que esa simpleza es el envoltorio de un caramelo envenenado que nos tragamos sin dudar, cuya ponzoña nos abrirá los ojos a lo que ahora nos parece evidente, no lo pongáis en duda, porque así es.
Inquilinos (Versión Ilustrada)
Alicia Pérez Gil
Ilustraciones: Jesús Guzmán Martínez
Epub formato Kindle
Tamaño del archivo: 4297 KB
PVP: 3,69€
http://www.amazon.es/Inquilinos-ilustrada-Alicia-P%C3%A9rez-Gil-ebook/dp/B008H7XRPS