Buenas noches, amigos.
Hoy venimos con El Último Refugio Z, la nueva novela de Alejandro Castroguer, autor de la aclamada La Guerra de la Doble Muerte y que como su antecesora, ha sido publicada por la editorial Almuzara. Según palabras del propio autor, con ella termina de momento su incursión dentro del género Z, cerrando de este modo un ciclo de tres obras (no podemos olvidar la cruda y brutal El Manantial) que han aportado a la literatura zombie un enfoque y una calidad bastante fuera de lo común.
Si en la GDLDM, obra que tuve el placer de conocer cuando se gestaba capítulo a capítulo en el blog del autor, tuvimos ocasión de conocer el apocalipsis de mano de los No Muertos, desde su punto de vista, -sintiendo una fuerte empatía por algunos de ellos, por lo trágica de su suerte y de cómo intentaban sobrevivir a un mundo que les teme y les odia, mientras desesperan por recuperar parte de esa humanidad que parecían haber perdido a causa de la rata del hambre (esa que atenaza sus estómagos, volatiliza su raciocinio y borra quienes fueron)-, en esta segunda entrega conoceremos la versión de los seres humanos, de unos pocos supervivientes a la plaga y sus desventuras , quienes nos demostrarán que como suele ser habitual en la raza humana, nuestra propia maldad, la pérdida de la poca cordura que nos queda, es quizás más terrible, siniestra y perversa que la de esos seres, ya que a diferencia de ellos, nosotros siempre podemos elegir. Y aun así, parece que nos sea más sencillo decantarnos por nuestro lado más mezquino, cruel y sanguinario. El monstruo sale a flote, se libera. Y para ello no hace falta estar infectado.
Conoceremos tres enclaves concretos, donde los supervivientes intentan mantenerse con vida y lidiar con la situación. La Abadía de Montserrat, Málaga y Finisterre, lugar cuyo nombre viene al dedillo para poner punto y final a esta historia. Asediados por los zombis, los componentes de cada uno de estos grupos iniciarán un periplo que les llevará a tierras gallegas y que supondrá descubrir la verdadera personalidad de cada uno de los personajes ante los avatares que el destino pone a su paso. Muchos quedarán en el camino. Otros pocos, llegarán a poder dar testimonio de lo ocurrido. Y mientras tanto, no nos olvidaremos de dos involucrados en esta historia, dos personajes que nos calaron hondo en la GDLDM y que se cuelan en la obra para terminar aquello que empezaron. Estoy hablando de Jonás y de mi querida Judith…
Admito sin reparos que en un primer momento, me debatía entre mi curiosidad y fascinación por saber con qué nos sorprendería Alejandro con esta segunda parte, y el miedo a que las cosas se torcieran tomasen un rumbo ajeno a todo aquello que había creado con tanta fuerza y acierto. Una vez terminada su lectura y dejada reposar, puedo afirmar con certeza que lo ha conseguido. No solo no ha bajado el nivel de calidad, sino que ha sido fiel a la historia y a sí mismo y que salvo un par de detalles (que ya entran dentro de cuestiones puramente personales), por lo demás me ha parecido tan buena como la anterior e incluso en algunos momentos, puede que superior.
Con ese estilo tan reconocible y peculiar, fruto del extenso bagaje en cuanto a lecturas y referentes culturales del autor, nos descubrimos a veces horrorizados, otros con el corazón compungido por la pena, al borde del llanto, y en otras tantas, somos incapaces de evitar que la sonrisa cómplice asome en nuestros labios.
Cabe destacar la inmensa lista de guiños, referencias, menciones y cameos que el lector va a encontrar a lo largo de la lectura. Yo he cazado los más obvios, pero se me habrán escapado la mayoría, estoy seguro de ello. Esos pequeños homenajes, a veces entrando directamente en aquello que llamamos metaliterario, suponen un aporte curioso, divertido en ocasiones, quizás un tanto excesivo en otras, pero otorgando a la novela de una extraña sensación de realismo, de credibilidad, que ya ofrece de por sí, pero que adopta unos extremos un tanto inquietantes cuando inconscientemente, les ponemos cara a los personajes, gente a la que conocemos y con la que nos relacionamos bastante, al menos en mi caso. Algunos simples conocidos. Otros, grandes amigos. Mi cara leyendo ha tenido que ser un poema, primero por la sorpresa de encontrármelos allí y después, por imaginármelos en todas y cada una de las situaciones. La guinda del pastel sin embargo, es ese ejercicio de genialidad y extravagancia que supone el meter en la historia nada más y nada menos que al propio Max Brooks, autor fetiche, coronado como su alteza real en la literatura de género Z y autor de esa obra maestra que es la WWZ, quien además, comparte editorial con Alejandro en nuestro país. Si esto no es una jodida pasada de rosca, rocambolesca, hilarante y genial, que me digan lo que es.
Pero no todo son risas y bromas. En absoluto. Más bien, todo lo contrario. La obra es oscura, fatalista, me atrevería a decir derrotista. Hay dolor, sufrimiento, perdida. Hay falta de valores, falta de amor, falta de sentimientos. Y cuando estos afloran, suelen ser de odio, de rabia, de envidia, en forma de nuestros más bajos instintos y pasiones. Sorprende que los rasgos más humanos, aquellas pequeñas grandes virtudes, la voluntad por hacer lo correcto, la lucha por redimir sus pecados, la capacidad de poder descubrir la belleza, aun sumidos en un mundo podrido y decadente, la faceta más sensible y frágil de nuestra naturaleza, se muestre en aquellos que supuestamente, ya no son humanos.
No le voy a perdonar nunca a Alejandro lo que le ha hecho a uno de mis personajes favoritos. Lo entiendo. Sé que no podía ser de otro modo. Pero eso no es óbice para que me haya sentido mal, para que haya sufrido, para que una pena sincera, una piedad que no suelo sentir por nadie, se abriera paso desde mi interior y me atenazase como lo ha hecho, al ver el destino que le aguarda a ese atormentado individuo, que por fin, de forma anónima, ha podido hacer las paces consigo mismo. Me ha dejado muy tocado, no os lo podéis imaginar.
Una novela brillante, con fuerza. Intensa, emotiva, visceral. Bien escrita, con algunos momentos que te rompen. Una prosa preciosa, trabajada y cargada de intenciones y simbolismo. En ocasiones, quizás un tanto excesiva en cuanto a homenajes y debo mencionar el poco provecho que se le da a un personaje como el Doctor Hawthorne y la forma tan abreviada en que termina todo. Esperaba algo más épico o, como mínimo, más desarrollado, tras todo lo acontecido. No por lo que sucede, sino por lo rápido en que se finiquita, como si no fuera algo relevante, cuando en mi opinión, supone el punto final. Una historia que concluye como debe, para bien y para mal, pero sin el clímax que esperaba ante la intensidad generada en los últimos capítulos.
Por lo demás, una obra que debéis leer, disfrutar y tener en vuestra biblioteca personal, amigos Lectores. No os arrepentiréis.
El último refugio Z
Alejandro Castroguer
Editorial: Almuzara
SBN: 978-84-15828-23-5
Páginas: 392 pág.
PVP: 21.00€