Buenas tardes, mis queridos Lectores Ausentes.
Hoy venimos con El Sueño del Depredador, el nuevo trabajo de Óscar Bribián, recientemente publicado por Ediciones Versátil. Una novela negra y criminal en la que el autor se permite coquetear con el fantástico, aunque sea de manera muy sutil y acertada, dotando a su obra de un toque que hará las delicias del lector.
¿Qué tienen en común los poemas de Baudelarie, Silvia Plath o Leonard Cohen con los ahorcamientos para alcanzar el clímax durante la asfixia autoerótica? En un control rutinario en la carretera de entrada a Zaragoza, la Policía detiene un vehículo sospechoso. En su interior encuentran varios cerdos muertos y diversos instrumentos para desollarlos, algo extraño, pero no especialmente preocupante… si no fuera porque en la boca de uno de los animales aparece un dedo humano. Laura Beltrán, la nueva subinspectora de la Brigada Provincial de Homicidios, y su superior, Santiago Herrera, un veterano inspector, se verán envueltos en un abanico de asesinatos que combinan el sadismo y los enigmas de la psicopatía con las inquietudes propias del comportamiento humano.
El género negro y la obra de Lovecraft siempre han hecho buenas migas y aunque en esta ocasión el elemento fantástico aparezca de manera contenida, sin mostrarse abiertamente como causa y efecto, sí que dota a la historia de un sabor muy especial, llevando al lector a preguntarse hasta qué punto lo que sucede es “real” o solo fruto de la desquiciada mente de los personajes. Una apuesta muy acertada por parte de Óscar, ya que le permite jugar con nosotros y llevar un thriller policiaco por lides poco transitadas y que personalmente, a mí me ha encantado.
Conoceremos a Santiago Herrera, inspector de policía veterano de la Brigada Provincial de Homicidios de Zaragoza. Un tipo bastante quemado, cansado de tragar mierda, harto de pelear cada día con la misma escoria, pero mal le pese, casado con su trabajo. También a Laura Beltrán, la nueva integrante de la Brigada, recién llegada a su nuevo destino. Una mujer fuerte, decidida y con carácter, que huye de un pasado que se intuye oscuro y que se descubre como alguien centra todas sus energías en su trabajo y su hijo, en un intento de dejar atrás sus propios fantasmas.
La pareja de investigadores se verán implicados en un caso excepcional. La caza del primer asesino en serie de la ciudad. Un caso que empieza con la detención de dos rumanos en un rutinario control de carretera, al encontrar en su maletero a dos cerdos muertos y un dedo humano en la boca de uno de los animales. Algo tan extraño, tan absurdo, abrirá la caja de Pandora y pondrá en jaque a las fuerzas de seguridad, al ir tirando de un hilo que les conducirá hasta un horror como no han contemplado jamás.
Me ha convencido el tratamiento que hace de los personajes. Los policías son tipos normales, se equivocan, tienen cientos de defectos y solo intentan hacer su trabajo, con todo lo que implica eso en todos los sentidos. Gente común lidiando a diario con lo peor de nuestra sociedad, que no están por encima del bien y del mal, que pecan, yerran y se comportan como cualquier hijo de vecina, a veces superados por la vida. Y el resto de personajes, merecen mención aparte. El serial killer no destaca en nada salvo por sus crímenes. No es un supervillano, solo alguien con una mente corrompida y enfermiza, depravada y sin remordimientos, un depredador consumado que se esconde a la vista, que permanece agazapado hasta el momento de lanzarse sobre su víctima, ocultándose bajo una máscara que le permite seguir en el anonimato. Alguien que en apariencia, no se diferencia de cualquier amigo, conocido o compañero de trabajo. Y eso es lo realmente aterrador. El hecho de que el monstruo se esconda tras una apariencia tan normal, tan cotidiana, tan vulgar… En cuanto a Ismael, el niño, solo puedo decir una cosa: He sentido auténticos escalofríos. Da un mal rollo difícil de explicar. Resulta inquietante ir sabiendo de él, de lo que guarda bajo esa mirada ausente, tras esa aparente indiferencia….
El estilo de Bribián es directo, cercano y sin florituras innecesarias. Lo suyo es ir al grano, siempre certero, sabiendo en cada momento que tono adoptar. Su conocimiento de los entresijos policiales y la forma de trabajar de los efectivos es un valor añadido, ya que otorga un realismo poco habitual. Su modo de narrar logra darle un ritmo ágil y fluido a la historia, sin descuidar en ningún momento las formas. Logra crear una atmósfera oscura, perversa, que irá aumentando en intensidad a medida que se nos develen los detalles de la historia y vayamos adentrándonos en la oscuridad que habita dentro de algunos de los personajes. Una oscuridad que tiene nombre, que disimula su existencia confundiéndose con los miedos, debilidades y secretos de aquellos que conviven con ella. ¿Maldad humana o algo más?
Óscar Bribián no se corta ni un pelo en mostrar las más absolutas atrocidades. Sexo, muerte, depravación, carne y filias. Todo ello sin caer en la ordinariez, sin pecar de excesivo ni perder las formas. Nos muestra lo que hay, sin ocultarlo, pero sin adornarlo ni recrearse en ello. La violencia está implícita, lo brutal, lo dañino y sus consecuencias, pero en la medida necesaria para que la historia pueda ser contada. Cruda en algunos momentos, no pierde los papeles ni se adentra en terreno pantanoso. Como todo buen thriller, deja mucho margen para que sea el lector quien asimile las distintas formas que puede adoptar el Mal y sus implicaciones. Juega a generarnos esa inquietud, esa angustia, ese malestar, ante la certeza de que no es necesario recurrir a entidades imaginarias cuando el propio ser humano puede llegar a ser el peor de los monstruos.
Partiendo de esas premisas, Óscar logra construir una magnífica historia, un thriller en toda regla que de manera irremediable, nos llevará a recordar cosas como Seven, El Silencio de los Corderos o incluso la tristemente denostada Resurrección, utilizando las mismas herramientas que hicieron de estas películas los mayores exponentes del género en el cine, pero aportando ese detalle fantástico que supone la diferencia y que en mi opinión, hace de esta lectura una propuesta tan interesante. Utilizando dos tramas en apariencia independientes —la de Ismael y la de la investigación propiamente dicha—, estas terminan por entrelazarse hasta conectar a la perfección. La caza del asesino, de esa alimaña, pone al descubierto algo todavía peor. Cada una de ellas cuenta con su propio peso, con su carga de horror bien diferenciada… Bien desarrolladas, encajando cada una de las piezas y sin dejar cabos sueltos, el autor decide añadir ese elemento fantástico del que hablábamos antes y lo convierte en una de las virtudes de la obra, haciendo que germine la duda en el lector. Y eso, amigos, me ha parecido brillante.
He disfrutado muchísimo con esta novela. Se me ha hecho corta y es que en apariencia, parece imposible que en sus doscientas treinta y cuatro páginas haya lugar para tanto. Pero no os dejéis engañar. Novela negra de la buena. Estamos ante un thriller de alto nivel, de calidad y además, en él percibimos la presencia intangible de esa entidad malévola e inmortal, que se cierne sobre nosotros. No la vemos, pero la intuimos y su influjo está presente, acechándonos, durante toda la lectura. ¿Se puede pedir más?
El Sueño del Depredador
Óscar Bribián
Editorial: Ed. Versátil (Off Versátil)
ISBN: 9788494225703
Páginas: 240 pág.
PVP: 16€