Una crítica de Albert Sanz
El pasado 2.013 fue sin duda el año para los amantes del anime, el manga y el frikerio en general. Un año en el que se estrenó la primera película para cines de la mítica “Dragon Ball”. Una película, además, que fue de las primeras en agotar las entradas anticipadas para su pase en el pasado 46 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges en tiempo récord, cual concierto de los Stones o Springsteen.
Antes de la inminente salida a la venta en BluRay y DVD por parte de Selecta Vision, los fans españoles podrán disfrutar de su estreno en cines aunque por tiempo limitado, concretamente los días 30 y 31 de mayo y el 1 de junio.
El pasado jueves 22 tuve la oportunidad de asistir al pase de prensa en el Cinema Girona de Barcelona, cortesía de los amigos de Alfa Pictures, y esta es la crónica del pase y mi debut en el blog de tito Athman.
De nombre original Dragon Ball Z: Kami to Kami (“Bola de Dragón Z: Dios y Dios”) y lanzada al mercado internacional con el más épico título de Dragon Ball Z: Battle of Gods (“Bola de Dragón Z: La Batalla de los Dioses”) dirigida por Masahiro Hosoda y guionizada por Yusuke Watanabe, es, tal y como escuché una vez a un crítico cinematográfico, “pornografía emocional”. Me explico: entras a verla con tu niño interior alterado y emocionado igual que la primera vez que vistes un capítulo en el 89… pasas por alto e ignoras durante el visionado todo lo que te incomoda o te chirría… sales del cine con una sonrisa de oreja a oreja y flotando en una nube (kinton) de placer mientras tu niño interior está lanzando al ataque a la madre de todos los ejércitos de endorfinas, provocándote un estado de felicidad sin igual (y además consigue que por una vez en la vida no te haya importado asistir al cine sin comer palomitas)… llegas a casa, pasan los días, y el crítico profesional y tocapelotas en que te ha convertido la vida toma el control y empieza a rememorar todo Dragon Ball, sus aciertos, sus errores, la línea canónica, la no canónica de los OVA’s, lo que mola, lo que no, y entonces te das cuenta de que te la han dado con queso, que el desarrollo aburre, que los personajes son una caricatura de lo que eran, etc. Pero todo y con ello, te sientes culpable porque la has disfrutado. Eso es “pornografía emocional”. Dragon Ball Z: Battle of the Godssabe jugar con los sentimientos de tu friki interior igual que lo han hecho películas célebres como “Gravity”, a la cual le quitas la tensión, los F/X y las escenas de acción y te quedas con un guión escrito en cinco minutos y poco más, y que sin embargo, durante su visionado, Alfonso Cuarón logró que te comieras las uñas hasta llegar al muñón.
Pero no son sólo los guiños para auténticos fans (la aparición de Pilaf y sus secuaces, o los posibles cameos de Akira Toriyama y Senbei Norimaki en forma de camarero y campesino, con parecidos más que razonables) los que anticipaban un auténtico éxito. La película ha supuesto el reinicio de relaciones entre la Toei Animation y Toriyama, ya que éste ha aportado la historia, ideas al guión de Watanabe y ha diseñado a los nuevos villanos Bills y Whis.
La trama consiste en una variante de la teoría del Alfa y Omega. Si existe vida ha de existir muerte. Si el Gran Kaiōsama es el dios supremo del universo DB, ha de existir su némesis. Lord Bills es el dios de la destrucción (con apariencia de gato humanoide y estética egipcias). Acostumbrado a echarse siestas de décadas o siglos, despierta en nuestro tiempo. Informado por su mayordomo Whis de la muerte de Freezer a cargo de un sayjajin, Bills recuerda un sueño que tuvo mientras se pegaba la pedazo de siesta: que un Sayjajin Dios le iba a cantar las cuarenta/leer la cartilla/pegarle la mayor paliza de su vida.
Intrigado por esto, decide viajar al planeta del Dios Kaito y conocer a Son Goku que estaba en aquellos momentos allí. Incluso en su nivel 3 de fuerza, Bills vence a Goku con sólo dos golpes. El dios de la destrucción decide ir a visitar la Tierra, buscar a los sayjajins restantes y comprobar si uno de ellos puede llegar al “modo Dios” de sus sueños.
El argumento ciertamente es interesante. La presentación de Bills contiene bizarrismo, comedia y misterio a partes iguales, con una banda sonora muy cuidada que enfatiza esos momentos, sin embargo todo se va al garete al llegar Bills a la Tierra. Casualmente TODOS los protagonistas de la saga están celebrando el cumpleaños de Bulma (y digo casualmente porque el asunto de la reunión de colegas que se va al traste por la aparición del megamonstruo de turno es una constante en la saga). Solo Vegeta reconoce a Bills de un episodio vivido durante su infancia, y ninguno de ellos capta el grandioso poder puesto que los dioses emiten una energía diferente a la del resto de mortales. El problema es que buena parte del metraje de la película transcurre de forma lenta y aburrida en la fiesta de cumpleaños de Bulma (***SPOILER***): con los villanos dedicándose a bailar break-dance y probar todos los platos que se han servido, pasando de destruir, masacrar, o hacer las cosas que se presuponen al dios de la destrucción y su ayudante, mientras hace acto de presencia innecesaria subtrama de Pilaf con la bochornosa implicación de Son Gohan transformado en el Gran Sayaman a.k.a. El gran «guerrer del vent»; aunque más bochornoso aún es el humillante baile de Vegeta para distraer la atención de Bills, y cuyo recuerdo hace que intente cortarme las venas con lo primero que tenga a mano.
Por supuesto, habrá batalla, pero la intervención de nuestros amados héroes será poco menos que testimonial, por no decir que caen fulminados en un suspiro, aunque la victoria de Bills sobre Gotrunks es bastante divertida, todo hay que decirlo. El único que planta cara con cierta dignidad es Vegeta, que aguanta lo justo para que le de tiempo a Son Goku a llegar. El pelo pincho que todo lo que tiene de cortito y buena persona lo tiene de estratega, pide consejo al sagrado Dragón Shenron, el cual, por cierto, también se muestra atemorizado ante la presencia de Bills. Shenron explica cómo lograr que un sayjajin alcance el “modo Dios”. Sin explicaros nada, es inevitable no hacer una mueca de asombro ante la explicación, y más aún ante su desarrollo. Pero lo que sí está muy pillado por los pelos es la intervención del sexto sayjajin necesario para que Goku alcance ese nuevo estado de poder, por no decir que hace falta una suspensión de credibilidad casi infinita para aceptar esa escena. (***FIN DEL SPOILER***)
A partir de aquí, hostias como panes entre Bills y Goku, en una batalla final breve, con un velocidad punta bastante inferior a la vista en la mayoría de capítulos, pero con una serie de planos y de F/X infográficos que jamás hubiéramos podido ver en la serie y que hacen que sea muy disfrutable (a destacar la ambientación de la cueva subterránea). Y entonces llegamos al final con SORPRESA (***SPOILER***): ¡Goku se rinde y abandona la batalla!, incapaz de hacer nada y Bills confiesa que Whis en verdad es su maestro, pero que por encima de ellos hay doce universos con doce dioses de la destrucción a cual más bestia.(***FIN DEL SPOILER***)
Comenté antes que ciertos personajes no se comportan como los conocemos. Resulta curioso que Piccolo, quien desciende de una entidad demoniaca o el pequeño Dende, actual dios de la Tierra no sepan quién es Bills, ni que nadie pueda detectar su energía habida cuenta que sí lo hacen con Kaito y el resto de dioses que han ido conociendo. También es muy curioso que Goku sea capaz de luchar en el espacio, cuando siempre ha sido un hándicap suyo (aunque puede explicarse con el progresivo aumento de poder) (***SPOILER***) pero lo que es incomprensible es que Goku jamás de los jamases se rendiría. Al margen de que suele ser habitual en él sacar fuerzas de flaqueza en el último momento, ha demostrado con creces a lo largo de la saga el poco aprecio que tiene a su vida si la de sus amigos está en juego, muriendo en “acto de servicio” las veces que haga falta. Es esta ocasión Goku no se enfrenta a un enemigo que quiere destruir el planeta, se enfrenta a la destrucción personificada. Y teniendo en cuenta la facilidad que hay para resucitar en ese universo, y que tiene una bula especial mediante la cual, al morir, puede mantener su cuerpo físico en el otro mundo, no hay explicación alguna a su rendición, por sorprendente u original que pueda parecer. (***FIN DEL SPOILER***)
En cuanto a aspectos técnicos, está claro que la animación luce a años luz de la serie, pero tampoco hablamos de producciones de Otomo o Miyazaki. Todo ha mejorado, los colores, la iluminación, los fondos, etc. A diferencia de los OVA’s que no son más que capítulos largos hechos con la misma calidad que la serie, aquí estamos ante una película concebida para cines con todo lo que ello comporta en cuanto a aumento de presupuesto. Como digo, no le daría un 10 en el apartado visual, pero aún así la experiencia en cines en muy disfrutable, con unos F/X infográficos que ayudan en especial en la batalla final de forma espectacular.
Mención aparte al sonido y la banda sonora que firma Nohirito Sumitomo y el score de tintes orientales en la presentación de Bills, así como a los créditos finales (hechos para llorar a moco tendido) con el grupo Flow interpretando en inglés y japonés el célebre himno “Cha-la head cha-la” en clave de power metal acelerado y energético.
Y no puedo dejar de mencionar la calidad del doblaje catalán, ya que si bien soy defensor a muerte de la versión original subtitulada, es un gustazo escuchar las mismas voces de los dobladores catalanes de la serie en calidad Dolby Digital, porque, como todo el mundo sabe (y no es por afán nacionalista o independentista), «Bola de drac» ¡sólo puede escucharse doblada al catalán!
El futuro de “Dragon Ball” es incierto. Hay miles de rumores. Una buena parte de los fans abominan de Dragon Ball GT(¡¡¡YO NO!!!) y no la consideran canónica. Si bien esta película se sitúa antes de “DB GT”, ciertos acontecimientos como el “modo Dios” y su no utilización en “DB GT” serían contradictorios si Toei Animation declarara a Dragon Ball Z: Battle of Gods como canónica y diera paso —tal y cómo apuntan ciertos medios nipones— a nueva serie con Toriyama al frente, lo cual implicaría que “DBGT” no habría existido y sería apartada del canon oficial.
No obstante, pocos OVA’s o episodios especiales han sido considerados canónicos al contener graves contradicciones respecto a la saga madre; siempre han sido una especie de “What if…?” que han servido a los guionistas para poner a los protagonistas en circunstancias diferentes, con resultados excelentes en algunas ocasiones. Las sagas en formato OVA de Broly, Coola o el sorprendente “Episodio de Bardock(canónico, que explica la aparición del primer supersayjajin (***SPOILER***)con paradoja temporal de por medio(***FIN DEL SPOILER***) y del cual el mismísimo Toriyama afirma sentirse incapaz de superarlo) han superado en calidad argumental, desarrollo y guión a muchos momentos míticos de la serie, y por desgracia, Dragon Ball Z: Battle of Gods se queda bastante por detrás al respecto.
En conclusión, con todo lo dicho de negativo en cuanto a guión, desarrollo, diseño de personajes y tal, que es muy negativo, me reafirmo en la contradictoria recomendación de la asistencia a los cines a verla. Ha sido concebida para este formato, no para el mercado del video doméstico (uy, qué rancio suena esto) ni para televisión, técnicamente está muy trabajada, bien o mal, la mano de Toriyama está presente, no creo que haya muchas más ocasiones de ver algo de “Dragon Ball” en cines ya que el entorno natural de esta saga es la televisión, y sólo va a durar tres días.
Así que venga, ¡Goku os espera en el cine!
PD: Para que no haya piques idiomáticos, os dejo el tráiler en inglés…«ni pá ti ni pá mi»
https://www.youtube.com/watch?v=fclTyIf0BnA